Raimundo Fitero
DE REOJO

Mosul

No merece la pena dedicarle mucho a un encierro de postal. Lo siento, así van a vender muchos regalitos, van a venir todos los guiris folclóricos de la Tierra, pero este negocio necesita algo más que retórica. Se necesitan toros que no sean de carril y menos ambigüedades en la narración y mojarse. Déjenme que disienta. Ayer lunes había más personal corriendo o paseando como si fuera una pasarela o haciéndose fotos en el encierro que el domingo. Cuestión de mi infalible ojímetro. Más diría, los cánticos son una mierda para salir en la tele. Punto. A lo mío.

Recelo de manera consciente y recelo de manera automática. Lo de la supuesta reconquista de la ciudad de Mosul en Irak me deja consternado porque me parece que hay una manipulación tan desorbitada de las imágenes que nos han servido en plato combinado, que me resisto a dar por bueno el asunto. Putin y Trump se toman unos tragos de vodka y güisqui y se firma de manera inmediata un alto el fuego en el sur de Siria. Y al día siguiente un ministro del gobierno títere de Bagdad se pasea por unas ruinas que nos dicen que son de Mosul donde aparecen al paso de las cámaras ciudadanos escondidos en los escombros como si fueran zombis. Demasiadas casualidades.

Por cierto, se nos ofrecieron en algunas cadenas internacionales imágenes de una manifestación en Hamburgo durante la celebración del G-20 en el que aparecían centenares de personas, todas vestidas de gris, con la cara y pelos grises como zombies, en una acción preformativa relevante. Se utilizaron de refilón. Lo que interesaba era darnos la exhibición de fuerza bruta de los policías, los supuestos disturbios y la violencia. Sucede siempre así, es una campaña perpetua, una manipulación de las realidades existentes mostrándonos una parte solamente. Demasiadas casualidades.