Raimundo Fitero
DE REOJO

Villarato

Algunos de los periodistas menos éticos de la caverna madridista se inventaron un supuesto Villarato que consistía en que el presidente de la Federación Española de Fútbol, el bilbaíno Ángel María Villar, por las razones que fueran, quería que ganase siempre el Barça y para ello utilizaba a los árbitros para que pitaran beneficiando al equipo que entonces entrenaba Pep Guardiola. Lo bueno de las argumentaciones paranoides y falsas es que revelaban unas prácticas posibles de apaño de partidos, de tendencia institucional a favorecer a un club, un escudo, una ideología, que es lo que siempre se ha dicho con aquel cántico tan popular: «así, así, así gana el Madrí». Pues bien, el rey del Villarato y su hijo heredero, están detenidos por la Guardia Civil acusados de corrupción variada en diferentes grados y volúmenes. Por algún milagro, una coima o una estrategia policial, Villar sigue ostentando cargos de importancia en la UEFA y la FIFA cuando a todos sus dirigentes se los han llevado por delante sus respectivos investigaciones  policiales y los tribunales por haber robado a manos llenas. Es decir, que esta detención era esperada. Motivos para ella parecen existir a docenas. Y coloca, otra vez al fútbol profesional como el espejo certificador de una sociedad carcomida por la corrupción. Cuando se mueven tales cantidades de dinero, tanto en fichajes que se cuentan por decenas de millones de euros para cualquier jugador mediano, los sueldos, el dinero desorbitado que genera por publicidad en televisión; cuando un futbolista del escalafón bajo gana bastante más que cualquier doctorado, si se convierten sus peinados, sus botas en marcas de referencia, es que algo funciona perfectamente a favor del capitalismo salvaje, del enriquecimiento inmediato. A partir de ahí, todo lo demás.