Oihane Larretxea
Periodista
IKUSMIRA

¡Cómo mola la Parte Vieja de Donostia!

La Parte Vieja de Donostia mola, dicen. Tiene una playa de finísima arena a escasos metros, el monte Urgull para paseos despejados, bares con barras tentadoras, garitos guayones, ambiente… «Ah, pero mola para salir eh, tomar unos cacharros, ir de pintxos, salir de fiesta… ¿Para vivir? ¡JAJAJA!». Cuántas veces habré escuchado esta afirmación tan sospechosa. O sea, que tanto no debe de molar… ¿No?

Esa afirmación constata de forma explícita que la ciudadanía es consciente que la calidad de vida en lo Viejo es bastante dudosa. Dos pegas se suelen destacar: el ruido, sobre todo por la noche y las dificultades para dormir y la cantidad de gente, especialmente, claro está, en verano.

Si uno ya quiere dedicar más tiempo al análisis, se dará cuenta de que no tiene casa de cultura, un ambulatorio en condiciones (la promesa de uno nuevo está más cerca de ser una utopía) o instalaciones deportivas. Las matriculaciones en la ikastola Orixe se han disparado y los problemas de espacio son serios; la solución está aún pendiente.

A los problemas históricos se le suman los que vienen con los nuevos tiempos, como los pisos turísticos. Invito a quien lo desee a pasar una semana en cualquier bloque. «Ya sabes donde vives». Vaya forma tan simplista e injusta de intentar zanjar el debate.

La asociación vecinal Parte Zaharrean, que con escasos medios está haciendo un trabajo ingente, ha publicado un manifiesto por «el derecho a vivir», repito, «vivir» en Alde Zaharra, con todas las garantías. Espero que surta efecto: medidas reales y que alguno se caiga del guindo.