El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Donostia presentó ayer una nueva ordenanza para regular las viviendas de uso turístico. La normativa diseñada divide la ciudad en tres zonas, cada una de ellas con un régimen diferente en función de la presión de la demanda de viviendas turísticas que soporte. Asimismo, el equipo de gobierno anunció la contratación de un equipo técnico de diez personas que será el encargado de velar por el cumplimiento de esta nueva ordenanza.

La propuesta presentada ayer pone otras bases para que prevalezca la búsqueda del equilibrio entre los visitantes y la calidad de vida de los donostiarras. Posiblemente sea susceptible de mejora, pero supone un paso importante en una nueva dirección. Con esta iniciativa el equipo de gobierno reconoce explícitamente que la actual normativa no era la adecuada: admitió ayer que únicamente el 27% de las actuales viviendas turísticas cumplía la norma vigente hasta ahora. Además el equipo de Eneko Goia viene a reconocer que no contaba con medios suficientes para hacer cumplir la regulación existente. No deja de ser, por tanto, una pequeña pero importante victoria de EH Bildu y Ernai, que han logrado plantear e instalar el debate sobre el modelo turístico, superando críticas destructivas fruto de cerriles esquemas mentales del pasado. Además, han forzado al Gobierno local a plantear cambios normativos y a tomar decisiones políticas de envergadura.

Con todo, cuando el devenir del debate ha forzado a los negacionistas a reconocer que existían problemas, la discusión se ha focalizado excesivamente en las viviendas para uso turístico, que con ser una cuestión importante no es ni mucho menos la única, ni posiblemente siquiera la que más problemas genere. Los vecinos de los barrios con mayor presión turística han repetido insistentemente que sus zonas siguen sin contar con las infraestructuras sanitarias, culturales o educativas necesarias. Evidentemente, un déficit crónico de equipamientos no se soluciona con una ordenanza. Todavía queda camino por recorrer.