Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

15 días de campaña

Las campañas electorales y de referéndums duran dos semanas, pero en este momento, cuando todavía queda un mes para el 1 de octubre, en Catalunya ya llevamos otras dos semanas de campaña por tierra, mar y aire. Comenzó a los pocos días de los atentados, y desde entonces las acusaciones contra los Mossos y la Generalitat han sido constantes.

Como en cada cita con las urnas en la Catalunya de los últimos 5 años, las diferentes informaciones tóxicas salen de aparatos del Estado –Ministerios, fuerzas policiales o de inteligencia– y son expandidas por la prensa afín. A veces hay quien levanta un teléfono para enredar. A veces ni siquiera hace falta, porque el contagio entre unos medios y otros sobre supuestas exclusivas e información no contrastada funciona solo.

En esta ocasión lo más sorprendente es que la campaña, lejos de la fineza que ha caracterizado a la llamada «Operación Cataluña», parece una maniobra por saturación, a lo bruto, sin plan específico y no coordinada desde ningún lugar en concreto. Se trata, más bien, de sembrar dudas por doquier, en cualquier lugar y sobre cualquier cosa que tenga que ver con la Generalitat.

Fue así con la pista belga, según la cual la Generalitat habría recibido una alerta sobre el imán. Después llegó la supuesta mala praxis de los Mossos en la casa de Alcanar. Qué decir de los bolardos. Más tarde una extraña confirmación, salida de Interior, sobre un aviso de la CIA que la Policía catalana habría desatendido. Mientras tanto nos entretuvimos con la polémica de las banderas en la manifestación.

«¿Si llega el día en que los Mossos tienen que elegir a quien mantener lealtad, entre Generalitat y Estado, a quién crees que lo harán, a quien les tira flores o quien les tira mierda?», me pregunta en tono distendido un amigo periodista, usando la metáfora escatológica del jefe de los Mossos. No sé contestarle. La policía es impredecible. Otra cosa es la gente corriente. Si estos 15 días de campaña pretendían quebrar la adhesión de alguien a la Generalitat, el resultado ha sido exactamente el contrario. Si de algo están hartos los catalanes, más que de España, es de sus cloacas.