En la banda de Rajoy se reparten los papeles según convenga, pero hay varios portavoces que se esfuerzan por ser los más amenazadores, los que colocan el límite de lo que se puede consentir sin que se provoquen náuseas democráticas.  Pablo Casado, ese chico guapo, de extrema derecha, que tiene mucha carrera por delante en ese partido acusado por la fiscalía de manera formal y extensiva de lucro con la corrupción de la trama Gürtel, ha amenazado de manera rotunda al Molt Honorable President Carles Puigdemont, diciéndole que cómo se le ocurra hoy hacer la declaración de independencia, le puede pasar como a Lluís Companys. ¿Saben qué le pasó a Companys? Que cuando declaró la República Catalana en 1934, lo detuvieron, lo juzgaron, lo encarcelaron, y cuando se sublevaron los militares golpistas tuvo que huir al exilio, pero  fue capturado por la Gestapo, entregado a Franco y fusilado en el Castell de Montjüich en 1940.

Le está amenazando de algo parecido. Ellos gritaron con animosidad en esa manifestación en Barcelona, “Puigdemont a prisión”, y otras lindeces. Y está cada vez más claro y evidente que la reconstrucción del imaginario franquista de la Unidad de España es una consigna. Se han roto los diques que contenía ese franquismo social, agazapado, oportunista, que renace bien animado por unos medios de comunicación que están jugando con fuego de manera interesada. Gritan de manera descorazonadora a Puig y Oltra en la Generalitat valenciana acusándoles nada menos, que de catalanistas. Su España tiene que ser  azul, muy azul.

Se pasa muy por encima de los palos que están dando las policías en Murcia contra los vecinos que protestan diariamente pidiendo el soterramiento de las vías del Ave a su paso por la ciudad. Dan con ganas. Supongo que les incentivan diciendo que son catalanes.