Josu MONTERO
Escritor y crítico

Ardor guerrero

Que un partido intachable y ejemplar en lo que atañe a su escrupulosa colaboración con la justicia siempre que para ello ha sido requerido; que un partido transparente en su financiación y modélico en su funcionamiento democrático interno, libre de cualquier sospecha de nombramientos arbitrarios; que un partido plural, autocrítico, que jamás practicaría el culto fanático al mandamás; que un partido cuyo líder se corona profesionalmente con un saber tan soberbiamente humanístico como Registrador de la Propiedad; que un partido prístino e impoluto que –como otros– no hunde sus pies hasta las rodillas en el lodazal primigenio del anterior régimen; que un monarca igualmente libre de esos turbios orígenes, un rey al que, claro, nadie ha refrendado en uno de esos referéndums a toda vista ilegales, faltaría más, pero que al menos cumple eficacísimamente su función de forma ecuánime y en absoluto partidista; un monarca cuyos súbditos son ciudadanos libres y que si llegado el caso procederían a lamerle el culo sería de forma soberana y nunca presos de un arrebato ovejuno. Que tal partido y semejante monarca, con la colaboración de resplandecientes, inmarcesibles e incontestables legiones celestiales de jueces y de policías con sus alitas de querubines y amorcillos, pretendan conducir con su bien ganada excelencia al díscolo gobierno autonómico catalán por el recto y único camino, ¡pues se entiende! ¿¡Pero qué pinta aquí la ubérrima Real Academia de la Lengua tocando a rebato!? El ínclito académico Francisco Rico ha manifestado jovial: «Como dice el historiador Josep Fontana, la independencia de Cataluña es imposible». Y punto redondo.