Qué razón tiene el cantautor español Joaquín Sabina cuando dice que los mayores males que ha sufrido Europa han sido por culpa del nacionalismo.

Efectivamente, de ese nacionalismo que siempre ha buscado expandir sus dominios, que no respeta a las minorías, que las encierra por la fuerza en fronteras totalmente antinaturales y que, como es lógico, generan tensiones hasta que vuelven a su espacio natural, como los ríos que son canalizados de forma artificial y, un día, terminan rebelándose y volviendo a su cauce original.

Qué razón tienen Joaquín Sabina y todos sus amigos cuando dicen que el siglo XXI es el siglo de borrar fronteras en lugar de hacerlas nuevas. Pero, ¿dónde están esos intelectuales cuando, por ejemplo, los representantes de su gobierno impiden a las instituciones vascas colaborar con escuelas o entidades de Ipar Euskal Herria bajo el pretexto de que son «extranjeras»? ¿Qué tiene el Bidasoa para que aún hoy en día siga siendo infranqueable para los vascos?

Estos artistas que se consideran «progresistas» viven felices pensando que la suya es una democracia europea, donde no hay gente encarcelada por sus ideas políticas, donde no se disuelven a golpes movilizaciones pacíficas, donde no se cierran medios de comunicación, donde se respetan los derechos, donde existe libertad de expresión... Por eso pueden publicar sus ideas a toda página en los principales periódicos de tirada estatal, el mismo día en que sus guardias civiles clausuran los medios de comunicación de los que no piensan como ellos.

Cantamañanas!