Me da la risa
El turismo y el debate sobre el modelo que queremos desarrollar en nuestras ciudades ha acaparado buena parte de la atención mediática. Una cuestión que ha superado nuestras fronteras y que lugares tan visitados como Barcelona, Mallorca o París también cocinan. Una cuestión poliédrica, compleja, que ha despertado mi interés.
Recuerdo haber hablado con vecinos, con varios expertos en turismo con divergencias y puntos en común y con Aparture, entre otros. Todo muy enriquecedor. Desde el Ayuntamiento se me resistió cierta entrevista, aunque no es la primera vez… me apena la deuda con los lectores.
En todo este proceso de recabar el mayor número de voces posible, lo que me resultó llamativo fue la respuesta que recibí por parte de donostiarras que alquilan casas para turistas. Nadie quiso exponer su caso, contar por qué lo hacen y cómo. Ni siquiera ocultando su identidad. Entendí que incluso ellos mismos asumen que ciertas decisiones perjudican en primera instancia al resto de ciudadanos. Para presumir no es, desde luego, pero la rentabilidad fácil hace que duela menos.
Este jueves, el Pleno de Donostia aprobará de forma inicial la ordenanza que regulará este mamoneo que está ocurriendo en la ciudad. Habrá de todo, sí, pero sin duda mucho listo que ahora llora porque no sabe qué hacer con esa casa. Me da la risa.
El alquiler subió en Donostia un 17% el pasado año, hay miles de casa vacías y una lista interminable para acceder a una vivienda de protección oficial. Eso, queridos anfitriones, sí da ganas de llorar.