Fede de los Ríos
JO PUNTUA

La DUI sea anatema

Ya tardaban los intérpretes de la voluntad del Dios en trasmitirla al vulgo. A los diez mandamientos de la Ley de Dios, los encargados del control y vigilancia de su cumplimento, añaden uno más, el 155 de la Constitución española. Fue durante su asamblea plenaria del pasado lunes cuando conocimos los designios del señor escrutados por su presidente, un misericordioso Ricardo Blázquez, flanqueado por el humilde Rouco y un sencillo Cañizares, ambos príncipes de la Iglesia.

Los de mitra y báculo, anuncian la necesidad del «restablecimiento del orden constitucional porque es un bien común» y tildan a la declaración unilateral de independencia (DUI) de «un hecho grave y perturbador de nuestra convivencia».

Las cargas policiales contra población civil en actitud pacífica y el encarcelamiento del Govern y dirigentes sociales no parecen ser hechos graves ni perturbadores de la convivencia a juicio del Señor de los cielos, pues nada ha comunicado al respecto a sus eminencias y excelencias reverendísimas, monseñores todos.

Lo habían avisado anteriormente. «Dios quiere la unidad de España, que es lo que le es grato; ese gran pueblo gestado durante siglos en unidad verdadera», el cardenal Cañizares había avisado ya hace algún tiempo que «las comunidades que pidan una especie de autodeterminación, tendrán que buscar unas señas de identidad que ya no será la identidad cristiana porque ésta es unificadora». Pobre Oriol Junqueras, en la cárcel y desgarrado entre dos identidades antagónicas.

Hay sospechas más que fundadas que el Dios de los católicos es español, cosmopolita sí pero español de los de verdad. Por los obispos llamaron Santa Cruzada a lo que parecía un golpe de Estado; si llevaban a Franco bajo palio como si fuera un cáliz de hostias consagrado era por ser Caudillo por la gracia de Dios.

No es extraño que hayan encontrado materias fecales en el 86% del agua bendita de las iglesias analizadas.