Aritz INTXUSTA
IRUÑEA
JUICIO A «LA MANADA»

«No es necesario defenderse como una heroína para que sea violación»

Después de dos semanas de juicio por la quíntuple violación denunciada por una joven en sanfermines, la sala abrió las puertas a la prensa para escuchar los alegatos de las acusaciones. Todas mantienen sus peticiones de cárcel y suscriben que el rol pasivo que adoptó la joven, y que corroboran los vídeos, es común en víctimas de agresiones sexuales.

«Jurisprudencialmente, está más que superado el que una víctima tenga que defenderse como una heroína para que se considere violación», aseguró ayer la fiscal Elena Sarasate en su alegato final contra los cinco varones acusados de agredir sexualmente a una joven en la madrugada del primer día de sanfermines de 2016.

En un juicio adulterado por un desmesurado interés mediático –ayer los periodistas fueron registrados uno a uno con detectores de metales para que no accedieran a la sala con móviles o grabadoras–, la fiscal sostuvo que la actitud de sumisión que adoptó la joven de 18 años era lógica, habida cuenta de la superioridad numérica y física de los acusados, así como de su capacidad intimidatoria. También cerró la puerta a que esa postura pasiva pudiera generar un malentendido en los acusados haciéndoles creer que había consentimiento. Sarasate subrayó que el argumento del «como no dijo que no», no sirve para exculparles. La fiscal sostuvo que los acusados se colocaron en una posición de «ignorancia deliberada», de «mejor no preguntar» a la joven si quería realizar con ellos las prácticas sexuales que las que fue sometida.

La fiscal defendió que las grabaciones en vídeo desmontan la versión de las defensas en las que aseguran que la denunciante era quien «llevaba la iniciativa» de lo que ocurrió en el portal de la calle Paulino Caballero. Destacó varios detalles de las grabaciones que prueban que la manipularon a su antojo. El más significativo –y que recordaron después todas y cada una de las acusaciones– es que en esos vídeos ella aparece con rostro inexpresivo y siempre con los ojos cerrados. En ningún momento de los 96 segundos grabados se oye a la joven decir nada. Por el contrario, ellos se jalean unos a otros e incluso se dan indicaciones para colocar a la chica en determinadas posiciones. «Espérate, levántala un poco», se llega a escuchar. Cuando se dirigen a la joven siempre es con imperativos, ordenándole qué debe hacer.

Las acusaciones dieron mucha importancia al lugar donde sucedió todo y se refirieron a él como un «cubículo» al que se llega desde las escaleras y que da acceso a puertas cerradas de almacenes comunes del edifico. Con solo uno de los acusados bastaba para bloquear la salida de poco más de un metro de anchura. El abogado del Ayuntamiento de Iruñea llegó a referirse al lugar como «ratonera» y señaló que pedir auxilio no hubiera servido de nada a la denunciante, pues solo se le hubiera oído desde un tramo de las escaleras del edificio (que se evitan al usar el ascensor).

Hechos y contradicciones

A la fiscal le tocó elaborar el relato de cómo sucedieron los hechos. Resulta muy significativo lo rápido que ocurre todo. El primer encuentro de ella con los cinco se produce en un banco de la Plaza del Castillo de forma casual a las 02.50 horas. Siete minutos después, la chica (que había acudido a sanfermines con un amigo que se había ido ya a dormir) llama a un conocido e intenta quedar con él. La llamada dura 25 segundos, pero no logran entenderse por el ruido. Es entonces cuando la joven se marcha junto con los cinco acusados con quienes había hablado tan solo siete minutos. Y lo hace en dirección a donde tenía el coche aparcado.

Desde que la chica fracasa en su intento de quedar con su conocido –un tal Adrián– por teléfono hasta que entra agarrada al portal, transcurren exactamente diez minutos. Y en ese lapso tiempo, el grupo se detiene en un hotel para preguntar si tenían habitación. Ella dijo en su día que se trataba del hotel Leyre, pero esa posibilidad se descartó gracias a las cámaras de dicho establecimiento. La lógica dice que fue el Hotel Europa, pero el testimonio del recepcionista fue tan incongruente en el juicio que no ha quedado suficientemente probado.

Cámaras de seguridad de la ciudad vuelven a recoger al grupo en las cercanías del portal. Avanzan separados. Ella va la primera con el militar Alfonso Cabezuelo y los otros cuatro más rezagados.

Uno de ellos la besó mientras los otros se colaron en el portal y ella reconoció «contestar» a ese beso. La denunciante dijo que se besó con Ángel Boza, pero los vídeos hacen pensar que fue con Cabezuelo. En ese momento, le agarraron «de forma sorpresiva» y la introdujeron en el portal en el que José Ángel Prenda había encontrado ese «cubículo». Eran las 3.07 horas. Las cámaras de la calle graban la salida de los acusados a las 3.27. Dos minutos y 45 segundos después, la joven sale y va directa a un banco a llorar.

La fiscal reflexionó sobre varios elementos de este relato que cuestionan la versión de los acusados. Uno es el hecho de que vayan disgregados, que desmiente lo declarado por todos de que fueron hablando juntos de sexo. En realidad, no iban en grupo ni se oían. Otro, es el hecho de que todos coincidan en que entraron hotel Leyre, repitiendo el error de la joven en sus primeros testimonios. La fiscal entiende que eso responde a que ellos declaran por primera vez 60 días después de que testificara la joven y que prepararon esa declaración estudiando lo que había dicho previamente ella.

Lo mismo ocurre con una frase que ponen en boca de la joven: «Yo puedo con dos, con cinco o los que me echen». La fiscal manifestó que esa alusión a cinco varones carece de verosimilitud &bs;pues no concuerda con el testimonio de la denunciante en el sentido de que ella siempre habló de cuatro violadores. No supo que fueron cinco personas las que mantuvieron relaciones con ella hasta tiempo después.

La fiscal se adelantó a los argumentos que, previsiblemente, usarán las defensas. Dijo que el hecho de que no haya lesiones no prueba nada, pues «en entre un 30% y un 50% de las relaciones no consentidas no hay lesiones». Y añadió que lo que sí hubo fue intimidación y que esta fue tal que a la joven «no le quedó otra posibilidad razonable que someterse». Eso sí, aseguró que le taparon la boca y usaron con ella «la mínima violencia necesaria» para anularla.

Todas las acusaciones mantuvieron que se trata de un caso de agresión sexual continuada (por tratarse de varios agresores) con el agravante de humillación. El abogado de la acusación particular no aportó nada interesante. Más agudo estuvo el letrado del Ayuntamiento de Iruñea, con reflexiones sobre lo extravagante de la versión de los acusados. «Parece ciencia ficción», dijo. Como detalle, recordó que la joven no usaba anticonceptivos y ninguno de los acusados usó condón.

 

El juicio queda visto para una sentencia que aún tardará

Con los alegatos de las defensas hoy y, en su caso, con el uso de la última palabra por parte de los cinco acusados, el caso quedará visto para sentencia. Los jueces de la Sección Segunda no son los más rápidos, por lo que la sentencia podría tardar meses. El presidente del TSJN, Joaquín Galve, sin embargo, quiere acabar pronto, aunque avisa que no será «antes de navidades».

 

Las claves que usarán hoy las defensas

El último día del juicio previo a los alegaros tuvo lugar la declaración de una agente de Policía Municipal que, a buen seguro, será la que más saquen a relucir hoy las defensas. Hasta ahora, la versión de los acusados es que la joven les denunció porque se «despidieron» mal de ella y le robaron el móvil. Han llegado a decir que «todo hubiera sido diferente si le hubieran invitado después a una cerveza». No obstante, esta agente reconoció a preguntas de las defensas que la joven le trasladó que los acusados la habían grabado con el teléfono. Esta aseveración fue muy cuestionada por la fiscal, el abogado de la joven y el resto de las acusaciones, pues no quedó recogido en el acta, algo extraño pues en el momento en el que se lo contó no se había detenido aún a los agresores y era una prueba para encontrarlos, además de constituir un delito contra la intimidad añadido. Este reconocimiento de que la joven supo que le habían grabado (en caso de que la sala le dé veracidad, lo cual está aún por ver) da un móvil para la denuncia de violación mucho más consistente que el que de la mala despedida y del robo del teléfono. Más allá de eso y salvo sorpresa, las defensas insistirán en la ausencia de marcas, en que la joven niega que la introdujeron en el portal empleando la violencia y en que en ningún momento les dijo que pararan, unos elementos que, a ojos de las defensas, añaden verosimilitud a su testimonio.