Raimundo Fitero
DE REOJO

El tanque

Confieso que recibí por whatsapp el vídeo del tanque, me lo remitía un familiar que acostumbra a inundarme de mensajes españolistas desde la ribera navarra. No le contesté, no pude. Me puse a pensar que en la deriva involucionista actual, el Gobierno de la banda de Rajoy va a conseguir normalizar los mensajes franquistas, violentos, la restauración de esa caterva de fascistas que estaban en hibernación. La impunidad con la que desfilan, insultan, amedrentan, hacen actos de exaltación de Franco, no es una casualidad. Forma parte de un todo. Hay un plan. Cuando queramos despertar el Dinosaurio nos habrá comido la libertad.

Esas imágenes del famoso tanque son representativas de un idea patrimonialista y sectaria del Estado. Los buenos, como dicen, repiten, se empeñan en dejar oscuro son los constitucionalistas, que quiere decir aquellos que se pelean por poner la rojigualda más grande, que no se cuestionan la monarquía borbónica, que les parece bien que impere todavía el Concordato con el Vaticano y que consideran que las clases sociales han desaparecido o se han estrechado entre ellos y nosotros. Los pobres y los instalados.

Los totalitarios más extremos y expresivos son aquellos que sirven de vanguardia para los constitucionalistas. Los lanzan por delante para ellos tener territorio para quedarse centrados. Por esos los alientan, los cuidan, los protegen. Todos los actos violentos conocidos desde la extrema derecha callejera se han cocido o aliñado en cuarteles, comisarías o gimnasios policiales. Los dos tipos del tanque tenían claro el discurso a por ellos: primero Puigdemont y después “El coletas”. Los objetivos que marcan desde el Gobierno, los partidos del 155 y los tertulianos. Pasó en Zaragoza. Lo mismo que la muerte tras pelea tabernaria de un conocido falangista. Hay más tanques.