Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

155 para siempre

Puigdemont está enfadado con Urkullu. El lehendakari hizo de intermediario, junto con el cardenal Omella y el sindic de greuges Ribó, entre el Govern y Rajoy en los días álgidos de la revuelta catalana, y el president tiene la sensación de que el del PNV fue más leal al Estado que al aliado. El reguero posterior de declaraciones del vasco no han ayudado en Bruselas..

Puigdemont está enfadado con Urkullu, y eso dice más de Puigdemont que de Urkullu, y si me apuras dice aún más de los catalanes. Al fin y al cabo solo podían ser catalanes quienes creyeran que un político como el lehendakari iba a mover un dedo para ayudarlos, en vez de aprovechar su situación de debilidad para consolidar una posición de fortaleza propia. Eso y nada más hizo Urkullu, que es algo que no sale en ningún manual de intermediación, pero en todos los de política.

Puigdemont creyó que podía desafiar al Estado a coste mínimo, y Urkullu creyó que no le saldría. El resultado es que los dos se han equivocado porque, si bien el coste ha sido efectivamente brutal, Puigdemont no ha sido derrotado.

Rajoy ha perdido, aunque no del todo, y sabe que no puede volver a equivocarse. Su reto ahora es evitar a toda costa la vuelta de Puigdemont a la presidencia catalana, es decir, al control de un presupuesto de 22.000 millones.

Y puede hacerlo, pero el precio político es enorme. Lo está calculando. Ya no es la entrada con el elefante en la cacharrería que supuso aplicar el 155; prorrogarlo sería quemar hasta los cimientos la cacharrería con el elefante dentro y sembrar de sal el solar.

Pero si lo hace, Rajoy no parará solo el golpe, distribuirá costes. Un 155 largo como el que planea sobre la Generalitat es dar al traste con el modelo autonómico más allá de las autonomías, y convertir al Estado en plenipotenciario sobre todo su territorio, convirtiendo el poder descentralizado en mera gestorías. Un 155 que, de facto, será para siempre. Y que por muy bien que se haya portado Urkullu, su mal cálculo puede acabar repercutiendo en el diseño del encaje de la CAV y Nafarroa.