Raimundo Fitero
DE REOJO

Traidor

Es una palabra maldita, estrecha, irreversible. Traidor. Junto a traición forman parte del vocabulario apocalíptico que sirve para la política, el fútbol o el amor. Hasta le han dado el nombre rotundo de “Traición” a  una serie de TVE que se ha despedido casi como llegó, con una audiencia media, mediocre, como lo que era, por mucha música para preparar las emociones que se coloque. Parece como si existiera una predestinación, franjas horarias negadas para ciertas cadenas o canales, propuestas imposibles de derrotar. Y la insistencia de los programadores por no traicionar, me imagino, su tendencia al fracaso, forman parte de la manera de entender en crudo ciertas reiteraciones aberrantes.

Acaban  de darle el último adiós a “Dani & Flo”, en Cuatro, que era la apuesta de Mediaset para hacerse con un lugar tras los noticiarios del mediodía e intentar frenar a “Zapeando” en La Sexta, que va ganando audiencias, consolida un modelo de programa amable, alegre, crítico pero sin saña con ciertas circunstancias de algunos momentos televisivos, a la vez que sirve de promoción de los programas de Atresmedia, mezclando humor, entretenimiento sin complejos, sencillez y un compendio de colaboradores y colaboradoras que han adquirido categoría de protagonistas adjuntos, lo que es una fórmula de complementariedad perfecta.

No traicionarse, ajustarse a sus principios es bastante bueno y saludable. Una postura equilibrada. Resulta que cuando no sigues al abanderado, el que te señalen como traidor es infame. Uno puede cambiar de opinión, de religión, de pareja, de equipo de fútbol y hasta de voto o de postura ante la realidad política y no por ello ser un traidor. Yo buscaría otros calificativos, pero no hoy, para no traicionarme. Y quienes señalan hoy al traidor, piensen que pueden acabar mañana señalados y no comprender las razones.