Raimundo Fitero
DE REOJO

Un muro

En la ciudad de Lima hay un muro que separa la zona rica, donde las casas tienen césped bien regado, de la zona pobre, donde sus habitantes no tienen agua corriente, ni baños. En #0 se emite “A las puertas del Infierno” que se dedica a mostrarnos esos contrastes de la vida en diversos puntos iberoamericanos, una suerte de contraluz de esos programas tan efusivos de vascos o españoles o catalanes por el mundo, que muestran a conciudadanos triunfadores en ambientes gozosos. Lo que nos ofrecieron de Lima, con la conducción de Noemí Redondo, fue demoledoramente concienciador, el capitalismo más salvaje, las desigualdades, los motivos para que se vuelva a pensar en todas las revoluciones pendientes, la primera la de acabar con la pobreza en el mundo. Algo posible.

Estaba viendo esta entrega mientras recibía alarmas desde Bilbo. Las imágenes de los altercados, la violencia representada de manera ritual, tribal, posmoderna, el despliegue policial y el desagradable episodio del derrumbe de un ertzaina y su posterior muerte que se han convertido en un motivo más para la glosa represiva, las prohibiciones, el tabú de la seguridad, la relación entre fútbol y violencia tratado de manera desbocada, el cavernícola Inda en un plató diciendo que en Madrid eso no sucedía porque estaba la Policía Nacional. Miente hasta en eso. Todo sirve para la involución, todo se utiliza para la recentralización. Es más evidente que regresamos a lo gris. Y para caso lo de Joaquín Reyes, grabando una parodia de Puigdemont en un pueblo madrileño que tras denuncia de un patriota español fue visitado por seis agentes de la policía. Parece ridículo, pero es patético porque se ha sabido que registraron el avión privado de Pep Guardiola buscando al fugado Puigdemont. Han levantado uno muro para aislar a la inteligencia.