Raimundo Fitero
DE REOJO

Fariña

Empecemos por el final: “Fariña”, la serie basada en el libro homónimo secuestrado logró una magnífica audiencia en su estreno en Antena 3. Opinión rápida y ligera: tiene buena pinta y engancha. Tiene aire de documental, un ejercicio de memoria, recuerda los años en los que los contrabandistas de tabaco gallegos se convirtieron en suministradores de hachís y cocaína. Empieza por esa gran mentira que se llama Operación Nécora del juez prevaricador, Baltasar Garzón. Esta serie ha tenido una ayuda promocional en una decisión judicial espantosa: secuestrar un libro porque uno de los mencionados se siente ofendido y quiere restituir su supuesto honor mancillado con dinero. La caracterización de algunos personajes está muy lograda. Hay un buen reparto. El guión parece que fluye de atrás para adelante para describir unas circunstancias, unos tiempos, una sociedad que se acostumbró de manera muy rápida al dinero fácil, al consumo de estupefacientes. Nos falta saber cómo fue consentido desde los poderes políticos. Se insinúa que Galicia estaba a punto de ser Sicilia. Y mi duda metodológica es si ese preventivo “a punto” es una percepción subjetiva e interesada o una consideración excesivamente diplomática.

Después del estreno en Antena 3 organizó un debate con muchas voces, policiales, judiciales y de nuevo entramos en las consideraciones morales, el mezclar las cosas de manera interesada y Garzón de por medio. Las madres contra la droga son una institución muy aplaudida que habla de heroína y allí entraba la cocaína de Europa. Y no es lo mismo. Los partidos políticos locales tenían connivencias obvias. La droga, así en abstracto, es algo que no se sabe tratar desde el poder. La gente la toma porque logra estados emocionales diferentes. El dinero es la droga más dura. Nos dicen insistentemente que hay un repunte de consumo de heroína. ¿Quién la fabrica y la distribuye? Harina de otro costal.