Raimundo Fitero
DE REOJO

Cruces

Están clavadas setecientas treinta y nueve cruces en la playa de Vinaròs, en Castellón, y llevan el nombre de las setecientas treinta y nueve mujeres asesinadas en la última década. También llevan el nombre del asesino en la inmensa mayoría de ellas. Parece el acto más rotundo del 8 de Marzo más glosado en los últimos siglos. Ver las imágenes de esas filas de cruces puestas en pie en la arena de la playa del Fortí, impresiona y crea una imagen en el subconsciente de la gravedad de la pandemia. Da fe de la barbarie última, pero los que asesinaron llevan en su cabeza las justificaciones ideológicas para llegar hasta ese acto final desde el primer biberón.

La labor está en no sembrar más violencia, ni más discriminación, ni más desigualdad. Es el momento de explicar con detalle lo que se está pidiendo, que es una igualdad absoluta, total. Sin discriminaciones de ningún orden. Seguirán existiendo desigualdades sociales, económicas, de clase, pero se deben abolir en unas décadas las de género. Desde la educación igualatoria al salario paritario por el mismo trabajo, pasando por eso tan preciado, la libertad, que podríamos declinarla con palabras menos rimbombantes, respeto, comprensión, empatía. Y probablemente si se supera esta fase del capitalismo salvaje, del neoliberalismo agresivo, todo encaje de manera más rápida, directa y sin tantos roces.

Los programas que se emitieron en directo sin el personal femenino acostumbrado, se vieron muy afectados. Todos los presentadores masculinos, sustitutos de Ellas, hablaron del suplicio que estaban pasando. Quienes lo explicaron mejor fueron en “El Intermedio”, sin maquillaje, sin vestuario, sin telepronter, leyendo unos guiones más chatos, lograron visualizar la importancia real de las mujeres profesionales en la emisión de cualquier programa televisivo.