Raimundo Fitero
DE REOJO

Focos

Se deslizan frases y conceptos que se instauran en el uso común: poner el foco es ahora una manera de decir que siguen a alguien, o lo señalan. Pues los focos están puestos sobre la utilización de la muerte de Gabriel Cruz y del sufrimiento de sus padres. Es bochornoso ver a tantos políticos en celo acudiendo a la capilla ardiente y el funeral. El linchamiento retrospectivo a la sospechosa. Los matices xenófobos y racistas. La reacción de la comunidad dominicana para ponerse al frente del repudio. Toda una mezcla desastrosa de movilización populista que no tiene otro sentido que desviar la atención, además de reafirmar posturas integristas sobre las condenas.

¿Cuántos niños al año desaparecen y son encontrados muertos o nunca más se sabe de ellos? ¿Por qué este caso alcanza estos niveles de difusión y ensimismamiento mediático? El juez no deja que se incinere el cadáver todavía. Una prevención lógica. ¿No hay demasiadas prisas en todo lo que sucede con este “pescaíto”? Los focos empiezan a sacar humo y demostrar actitudes demasiado guionizadas. La madre dice cosas sensatas. El padre no habla. La sospechosa tampoco. Algunos programas y canales siguen siendo una cloaca con mucha mierda morbosa, con intenciones deleznables.

Pero en Europa el Tribunal de Derechos Humanos acaba de sentenciar contra el reino de España porque considera que quemar una foto de los suegros de Urdangarin no es delito, sino libertad de expresión. ¿Lo entenderán en la banda de M. Rajoy? No parece que sean capaces de salirse de su bucle ultra. Lo malo es que Europa casi siempre da la razón a los que han sido pisoteados por la legislación española antidemocrática. Pero nadie rectifica. Habría que poner los focos en esto. Los jueces, incluso los que se aplican con más saña, tienen la coartada perfecta en la legislación vigente.