Infamia
Los acontecimientos van configurando el pensamiento político en el sentido más pragmático, porque en lo filosófico hace décadas que nos hemos perdido en el Google Maps ideológico. Crecen los prejuicios que anidan en las reservas espirituales de nuestras mentes comprimidas en mensajes cortos sin demasiada enjundia. Se confunden los resortes argumentarios. Es infamante rozar la infamia con lazos verbeneros. El ministro Zoido me despierta la parte más folclórica y desarraigada. Lo veo y escucho y me dan ganas de poner canciones de José Meneses para compensar mi animadversión a su tono de voz y su acento. Con la violencia despiadada del Estado de Israel estoy llegando al límite de mi tolerancia. La ligereza con la que disparan a los palestinos de manera criminal, sin reproche alguno de la comunidad internacional, sin un ápice de conmiseración, me parece una actitud muy poco democrática. Es fruto de una visión imperialista, totalitaria, invasora y despreciando cualquier noción de la convivencia. Buscan el dolor masivo, la rendición. Son unos salvajes. Y el ministro de la Guerra asegura que a los soldados que han disparado a población civil causando una quincena de muertes se les debe premiar, no reprender por el abuso. Tengo una lista de asuntos de estas características hasta aburrir. ¿Han visto a Trump eligiendo modelo de muro en su frontera sur? No hay posibilidad de parodia, es tan elocuente, tan salvaje en su procacidad y violencia que no caben más matices. Muchos modelos, muchos constructores, muchos estudios, muchas posibilidades de impedir la vida. Muchos millones de dólares para una nueva infamia humanitaria. Y se hace con publicidad, concurso público y complicidades. Temo escribir la palabra democracia y me salga un forúnculo indiscriminado que me obnubile y acepte lo inaceptable.