La estadística del paro registrado en las oficinas de los servicios públicos de empleo dejó en el mes de marzo una cifra de reducción del desempleo bastante pobre. Aumentó el número de parados en Bizkaia y disminuyó levemente en el resto de herrialdes, dejando un descenso total de 249 personas, aproximadamente un 0,1% menos. Preocupantes cifras para un mes en el que apenas se ha notado el impacto positivo en el sector servicios que suelen tener las vacaciones de Semana Santa. Como suele ser habitual en estos casos, gobiernos y patronal han subrayado los datos positivos, entre ellos el leve descenso del paro y el ligero aumento de los contratos fijos, mientras que desde los sindicatos se han resaltado los aspectos negativos, entre los cuales destaca el enorme peso que la contratación temporal sigue teniendo.

Sin embargo, en una mirada a medio plazo que pase por encima de las fluctuaciones mensuales, sí se observa que las grandes caídas en el número de parados de años anteriores poco a poco han ido desapareciendo. En este momento, el paro sigue bajando pero a un ritmo muchísimo más lento. Los descensos registrados son prácticamente nulos. Todo parece indicar que las medidas que tomó el Gobierno español para flexibilizar y abaratar la contratación, es decir, para precarizar las relaciones laborales, han dado ya los frutos que podían dar. A partir de aquí la creación de empleo deberá abordar otras cuestiones mucho más estructurales y relacionadas con el modelo de economía y de sociedad que buscamos, esto es, si la apuesta es por el empleo barato y precario –como hasta ahora– o por empleos de calidad que aporten riqueza a la sociedad. Y la clave de un modelo u otro está en las políticas públicas.

En este sentido es significativo el silencio sobre el empleo público cuando se habla de paro. Como si no existiera. Pero es precisamente el empleo público el que marca la diferencia entre aquellos países que tienen altos estándares de bienestar y bajos niveles de paro, del resto.