La presbicia o el espejismo vasco
Si ellos tienen a la Thatcher, nosotros tenemos a Ardanza», cantaba Evaristo. Nos avisaba de que teníamos en casa a los aprendices del capitalismo más duro. Hay quien detecta la represión, la exclusión o el racismo a miles de kilómetros de distancia pero con una presbicia política que le impide ver cómo crecen en casa.
Escandaliza el muro con el que Donald Trump quiere acabar de cerrar la frontera mexicana o el que se levanta en Hungría, pero se justifica el que se construye en el puerto de Bilbo con el mismo objetivo de impedir la llegada de personas refugiadas.
El rechazo general a la retrógrada Lomce no impide que en la CAV, con un ligero maquillaje, los planes educativos sigan su mismo camino.
Vivimos en las calles de Gasteiz movilizaciones de tintes racistas mientras leemos preocupados el auge de la xenofobia en Alemania. Y no dudamos de que la corrupción anida en el PP español al conocer el enésimo caso que implica a alguno de sus dirigentes, a la vez que en el banquillo de la Audiencia Provincial alavesa se sientan los exdirigentes del PNV en el territorio.
Parece que todo pasa lejos. y lo cercano no es tan grave. Y quizá no sea lo mismo la amenaza sobre la prensa en Hungría o Polonia pero los gestos autoritarios se reproducen en el hábitat autóctono. O por complejos ante la derecha más extrema o por convicción. Como la presión desde la Diputación alavesa a una pequeña revista de los concejos para advertir sobre los contenidos que debe publicar. El oasis vasco, un espejismo.