Jon ORMAZABAL
MANOMANISTA

La pelota también puede llegar a ser un estado de ánimo

Joseba Ezkurdia también ha soltado lastres para la lucha individual y minimizó aun Iker Irribarria que ha sido eliminado por primera vez y se estrena en semis.

EZKURDIA 22

IRRIBARRIA 9

 

Si en este mundo de la pelota existieran «filósofos» o «charlatanes» del estilo de Jorge Valdano, hoy acuñaría sin miedo a equivocarse esa frase atribuida al exfutbolista y exentrenador argentino de que el «fútbol es un estado de ánimo» con nuestro deporte como sujeto de esa frase. Y es que, de la misma manera que Danel Elezkano ha surfeado la ola del Parejas para lograr sus primeras victorias en el Manomanista, sin el lastre que Joseba Ezkurdia se ha quitado tras su primera txapela, el de Arbizu mostró, y lo que es más importante, se demostró a sí mismo que también puede hacer grandes cosas en un campeonato cuyas semifinales ha alcanzado por vez primera.

Tiene, sin duda, victorias más holgadas el de la Sakana en la distancia, pero ninguna con el brillo de haberla conseguido ante un pelotari con el potencial, y palmarés, de un Iker Irribarria que fue la otra cara de una misma moneda. Si, tras muchos golpes recibidos, 2018 está siendo un año inmejorable para el navarro, los 12 últimos meses están siendo duros para un pelotari al que todo le fue muy de cara en su primer contacto con la competición de primer nivel, pero que, como él mismo reconoció tras el batacazo de ayer, todavía cuenta con solo 21 años y todavía está en edad de cometer «chiquilladas».

Sin duda, el de ayer es el mayor fiasco de su aún incipiente y prometedora carrera, pero tampoco se puede hablar de hecatombe, pues las luchas individuales es lo que tienen, que multiplican exponencialmente las virtudes de uno como las carencias del otro y suele resultar complicado poner, con exactitud, el límite de dónde comienzan unas y dónde acaban las otras.

Así, el de Arama volvió a dejar muestras de su enorme potencial como el resto de sotamano que realizó, sin apenas sitio, en el 3-4, pero incluso en esos momentos en los que manejó pequeñas rentas en el marcador, se vio que no terminaba de gozar esos soberbios pelotazos con los que había desarbolado las mejores defensas. De hecho, la mayoría de los tantos en el 6-3, la mayor renta a su favor, habían llegado más por la vía de la sutileza de sus remates, con dos dejadas al ancho, que por la potencia de sus golpes.

Ezkurdia, sin dudas

Pero tan importante como esas dudas de un Irribarria con todo el tiempo del mundo para preparar su cita más importante del año, pero sin ritmo competitivo, fue el tener delante a un Joseba Ezkurdia en sus antípodas que, sin ese miedo a ganar de pretéritas ediciones, se lanzó a por la victoria, acertando en el remate e incomodando a su rival con la volea.

Ese acierto inicial de su rival no le generó demasiadas dudas, no al menos las suficientes que un par de gritos de su botillero Juan Martínez de Irujo no hubiesen podido solucionar y, sin dar un solo paso atrás, se lanzó a tumba abierta a por una victoria más que merecida.

Siendo un consumado especialista, el saque fue uno de sus primeros argumentos para imponer el ritmo del partido en todo momento, algo contra lo que no tuvo capacidad de respuesta un Iker Irribarria para nada acostumbrado a tener que competir a la contra.

Tampoco acertó en las contadas ocasiones en las que el saque estuvo en su poder y como ha sucedido a varios pelotaris en este Manomanista, todo el tiempo de preparación que ha tenido en los últimos meses, lejos de favorecerle, le ha supuesto una losa al ver que el principal objetivo del año se alejaba de sus manos y sabiendo que no ofrece segundas oportunidades.

Así, el partido se desarrolló a la velocidad que ambos son capaces de imprimirle a la pelota y a Joseba Ezkurdia le bastaron tres tantos de ventaja en el 9-6 para que se cantaran momios a su favor, cuando el dinero de inicio estaba en su contra en doble a sencillo.

Sin apenas mirar por el retrovisor y con un solo error de bulto en todo el partido, Joseba Ezkurdia ya ha metido el miedo en el cuerpo de los pelotaris que siguen en competición.