El presidente de Brasil, Michel Temer, oficializó el martes su renuncia a aspirar a la Presidencia en los comicios del 7 de octubre al proponer a su exministro de Hacienda Henrique Meirelles como candidato del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Desde entonces, 31 de agosto de 2016, los escándalos de corrupción y las reformas económicas han socavado la popularidad de Temer (7%), por lo que quedaba prácticamente descartado para la pugna electoral aunque se resistía a ceder la nominación presidencial

«Precisamos cuatro años más para construir un nuevo Brasil, que tenga espacio para el sueño de todos los brasileños», afirmó Meirelles, el hombre de los mercados, que defiende la continuidad de las reformas y el ajuste fiscal, con los que dice haber sacado a Brasil de la peor recesión de su historia. «Brasil se cansó de políticas populistas», añadió.

Meirelles, de 72 años, contaba con apenas un 1% de intención de voto en la encuesta Datafolha de enero, pero aseguró que «estudios cualitativos» lo convencieron de su «enorme potencial». «Muchas personas nunca habían escuchado mi nombre, pero después de conocer mi historial, de tener acceso a todas las informaciones, hubo un aumento impresionante de la intención de voto», afirmó quien presidió el Banco Central (BCB) con Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) y fue ministro de Hacienda desde 2016 –cuando Temer asumió el poder tras la destitución de Dilma Rousseff– hasta abril, cuando renunció para presentarse a las elecciones, las más inciertas desde el retorno de la democracia en 1985.

Para la primera vuelta, Lula da Silva, condenado por corrupción y a la espera de que se resuelvan otras causas judiciales, figura a la cabeza del ranking electoral con el 35% de la intención de voto, aunque es probable que su candidatura sea invalidada. Por detrás se encuentra el diputado y exmilitar ultraderechista Jair Bolsonaro (16%), defensor de la dictadura, y la líder ecologista Marina Silva (8%).