Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

Opinión pública

Ultimamente adolezco de mohines pedagógicos, didascálicos, mediterráneos: la filosofía, la «antifilosofía», la doxa (opinión) versus la epísteme (conocimiento), etc. Puede ser enervante. Lo asumo.

Marx dijo que la ideología dominante en una sociedad concreta –o en la «aldea global»– es la de la clase dominante. Otro tanto ocurriría con la llamada «opinión pública» que sería la opinión predominante de la clase dominante dizque la burguesía pertrechada y armada con sus althusserianos aparatos ideológicos y represivos de abollar la disidencia.

Maquiavelo decía que «al vulgo le guían las apariencias» (Aristóteles diría «lo contingente») argumentando que lo que llamamos nuestra opinión no nos pertenece, en realidad, sino que es un simple reflejo de las opiniones de los demás o, dicho con voz pasiva, seríamos sujetos pacientes «opinados»: no opino sino que me opinan. Locke sería de este parecer: uno se amolda a la opinión pública dominante, hegemónica, por temor al aislamiento. Hay, pues, una presión de la opinión generalizada, vale decir, sobre la opinión particular al margen del peso y valor específico de ésta (que sería «subjetiva»). Fue el escocés escéptico Hume quien desplazó la presión de la opinión dirigida contra los gobiernos más que contra el Estado (liberal). Los padres y fundadores de los Estados Unidos hicieron suyo este principio con carácter semisagrado. Fue después, visto su peligro potencial, que vino la manipulación de la opinión pública como arte y técnica lobotomizadora y lavadora de cerebros (brainwashing) que no ha mucho se llamó «pensamiento único». Otra cosa es dejarse.

Decir que hay tantos puntos de vista como individuos es una evidencia... inoperante. Lo que se conoce como estado de opinión no es otra cosa que la opinión orientada desde el punto de vista del Estado y, en consecuencia, la denominada «opinión pública» es la óptica (panóptica) del Estado en el pueblo considerado ya más como «público» que como masa, pero siempre «vulgo». Algo así apuntaba Xamardo años ha.

Eso sí: nos harán creer que nuestra opinión es propia y hasta tenida en cuenta: «hay opiniones para todos los gustos», dirán los demócratas de toda la vida...