Raimundo Fitero
DE REOJO

En la cola

Estamos metidos en una atracción extrema de parque temático asiático con climatología centroeuropea. Josep Borrell, ese supuesto socialista anaranjado, nombrado ministro de Exteriores. Una declaración de principios. Un mensaje multidireccional. Es un europeísta convencido, con pedigrí, pero a la vez es el más duro contra los independentistas, apareciendo en aquellas manifestaciones españolistas tan surreales. Un nombramiento ecuménico, es decir de derechas. Pero conoce Europa, eso es innegable.

Un detalle: los dos primeros actos de Pedro Sánchez como presidente fueron recibir al presidente de Ucrania. Una visita de cortesía, unos momentos de relleno histórico. Hablaron en inglés ambos. Un dato. Y al de Andorra. El único país del globo terráqueo cuyo idioma oficial es el catalán es Andorra. Así es de curiosa esta agenda heredada. El Principat d’Andorra es un lugar estratégico, unos valles magníficos, una encrucijada de caminos, un estado reciente. Aparte de sus pistas de esquí, sus contrabandos populares y precios baratos, sus bancos, es algo a estudiar por su tradición y modernidad. Esto no es un anuncio, simplemente un recuerdo. Manda cada año a Eurovisión a alguien cantando en catalán.

Y de repente Mariano Rajoy se disuelve. Abandona la presidencia de la banda. Lo hace con un discurso populista, demagógico y tramposo. Pero se va. Y eso traerá más crispación, más intoxicación. Se emociona al despedirse de sus conmilitones. Hay lágrimas amargas. Atentos a los navajazos internos, los posicionamientos de los que ven su futuro oscuro porque se trata de ser fiel al jefe y ahora mismo ese jefe se difumina entre las miserias de sus comportamientos autoritarios y los consentimientos de la corrupción que le atrapa. La vida política está igual que la climatología. Estamos en la cola de la esperanza. Quizás seamos los últimos.