Die Linke se enzarza entre la fuga de votos a la AfD y el ideal del internacionalismo
Die Linke es, junto a la CDU de la canciller Merkel, el partido que más votantes suele perder a manos de la ultraderechista AfD. En el partido socialista ha surgido un agrío debate sobre cómo actuar ante este reto y cómo afrontar el resto de la política de asilo. A ello se añaden varias pugnas de poder y la idea de crear un movimiento de confluencias.
El consenso fue la tónica en el reciente congreso de Die Linke en Leipzig, pero fueron el desacuerdo sobre la política migratoria y un polémico movimiento de confluencias los que que marcaron el evento. Las señales emitidas desde la ciudad sajona anuncian que el choque de trenes aún está por producirse. Mientra tanto, los maquinistas de los dos bandos enfrentados están preparando sus locomotoras para el siguiente encontronazo, que no sólo es político sino también personal.
Por un lado, está la doble presidencia del Linke, personificada por el germano-occidental Bernd Riexinger y la germano-oriental Katja Kipping. El congreso reeligió a ambos en sus cargos, pero con menos apoyos, lo que se explica por la pugna que están protagonizando ambos con el grupo parlamentario.
Este último cuenta también con una presidencia compartida por los germano-orientales Dietmar Bartsch y Sahra Wagenknecht. En el pasado, lo que diferenciaba a ambos es que Bartsch buscaba un entendimiento con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), mientras que Wagenknecht lo consideraba como un rival. Esta disonancia se ha evaporado, por un lado, debido a la intención de la presidencia del partido de marcar las pautas al grupo parlamentario, que a su vez se considera un tanto autónomo porque, según la Constitución, cada miembro del Bundestag sólo obedece a su conciencia.
Por otro lado, la brutal caída del SPD en las expectativas de voto por debajo del 20% hace imposible cualquier tripartito con Die Linke y los ecologistas Verdes. En este contexto, el partido socialista ha de mirar por otras opciones para poder gobernar en coalición a nivel nacional.
Para complicar un poco más el panorama, la pugna entre la dirección nacional del Linke y la presidencia de su heterogéneo grupo parlamentario ha derivado en una lucha abierta tanto política como personal entre Kipping y Wagenknecht. El punto culminante ha sido y sigue siendo la política inmigratoria.
Desde la presidencia del Linke se ha mantenido en un principio la idea de «fronteras abiertas para todos» como expresión del internacionalismo del partido. Pero, para lograr el respaldo de la mayoría del congreso, optaron por hacer desaparecer la fórmula de «para todos».
Wagenknecht y sus seguidores defienden que los refugiados que lo precisen reciban la protección que necesitan en Alemania pero sostienen que habría que solucionar los problemas en sus países de origen.
Recurriendo a Bernie Sanders, Wagenknecht echó leña al fuego diciendo que «la inmigración masiva e incontrolada ayudaría ante todo al capitalismo», que de esta forma contaría con más mano de obra barata.
Por este tipo de argumentos, algunos de sus críticos la sitúan junto a su marido, el expresidente del SPD Oskar Lafontaine, al lado de la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD).
Otros, como el histórico dirigente Gregor Gysi, abogan por recuperar a los votantes fugados a la AfD, «pero no acercándonos a la manera de pensar que rechazamos, sino convenciéndoles de lo contrario». Wagenknecht se inclina no sólo por debatir con estudiantes de las universidades sino también con la población de la Cuenca del Ruhr y de las zonas de la antigua RDA que el Linke ha perdido. «Solo si hablamos su lengua, si conocemos su realidad y si nos acercamos a ellos los recuperaremos», dijo en Leipzig en el que debería haber sido el discurso de cierre del congreso. Sin embargo, sus críticos consiguieron cambiar el orden del día introduciendo un debate sobre su posicionamiento. «No estoy dispuesta a aceptar eso», retó la senadora de Trabajo en el gobierno regional de Berlín, Elke Breitenbach, quien reclamó una política de fronteras abiertas.
«Poco les ayudan las fronteras abiertas a los que pasan hambre en África», le replicó Wagenknecht, cosechando fuertes abucheos entre los asistentes. Dadas estas diferentes visiones, las direcciones del partido y del grupo parlamentario han acordado reunirse a puerta cerrada para abordar estos temas.
Uno de ellos va a ser el movimiento de confluencia que Wagenknecht y Lafontaine preparan desde hace meses para presentarlo después del verano. Y ya han recibido las primeras señales de los&dcThree; socialdemócratas, muy preocupados por su agonizante partido. El objetivo estratégico de los dos líderes del Linke es recuperar a parte de los diez millones de votantes que el SPD ha perdido en dos décadas para presentarse como alternativa a la AfD.