Asesinadas por ser mujer
Violencia machista estructural, ejercida en un entorno socioeconómico, culturalmente desigual entre hombres y mujeres; relaciones de poder, en que se perpetúan una y otra vez la autocracia patriarcal y la jerarquía primitiva, que desde la Edad de Piedra venimos soportando las mujeres.
Un odio ancestral corroe los entresijos de la historia, al acecho siempre de la muerte, en una imparable consecución de víctimas.
Raíces misóginas en cada uno de los asesinatos a mujeres… ¡simplemente por serlo!
Que las instituciones dejen de hacer réditos políticos de esta interminable agonía: de nada sirve la inclusión de pautas de acción y protocolos en agendas nacionales o internacionales. Las leyes articuladas con el fin de erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres requieren de nuevos análisis y actuaciones radicales, desde los sustratos más básicos y fundamentales, para que una sociedad renovada permita desarrollarnos y crecer heterogéneas, diversas y libres.
Solo un gran talante y disposición para el cambio nos hará eficaces y hará que nos reconozcamos en nuestros derechos y libertades.
Metamorfosis del lenguaje y transformación, desde esencia y sustancia, hacia un camino elegido como revulsivo de utopías.
Tejido de voluntades, que nos hará capaces para un mañana que urge ser «hoy»...