Funerales
Los estadounidenses, su industria del entretenimiento, deben ser quienes mejor saben organizar y realizar televisivamente sus galas de entregas de premios, sus finales de deportes mayoritarios y sus operaciones de ocupación militar de otros territorios. No obstante, si nos atenemos a los últimos días, son los que mejor saben hacer los funerales y su divulgación universal. El senador John McCain y Areta Franklin han estado homenajeados durante muchos días, sus capillas ardientes han sido multitudinarias, y sus funerales finales, un espectáculo inconmensurable. En el de Areta, con abuso sexual en directo de un oficiante con alzacuellos. El de McCain, con la clamorosa ausencia del señor del pelo naranja y las manos pequeñas, por expreso deseo del fallecido que fue héroe militar. Las discrepancias políticas, aun siendo del mismo partido, eran manifiestas y aleccionadoras.
Perdonen la comparación automática, pero al ver en directo el acto de presentación de los nuevos servicios informativos de la radio y la televisión española, se veían en una especie de espejo convexo, la moderada alegría profesional de quienes se presentaban, con muchos años acumulados de experiencia en la casa, y quienes preguntaban, con una descarada sensación de funeral, por qué habían sido expulsados del ente los suyos y no podían seguir manipulando y colocando a sus amiguetes. La prensa de la ultraderecha española es cavernícola sin disimulo.
Matizo. Los que ahora llegan, posiblemente serán proclives al gobierno actual, pero son profesionales de la casa que creen en lo público, tienen una ética interna que cumplir, mientras que los destituidos era nombrados directamente desde Génova, militantes obscenos de la banda que hundieron las audiencias del ente y cobraban cantidades desorbitadas. De entrada, esa es la gran diferencia.