Mikel ZUBIMENDI
«caso maurice audin»

PARÍS ADMITE EL USO EN ARGELIA DE UN «SISTEMA DE TORTURA»

En un gesto de gran trascendencia que derriba una histórica «mentira de Estado», Macron ha reconocido el uso de la tortura sistemática contra los independentistas argelinos y que Maurice Audin no se fugó, sino que murió tras haber sido torturado por el Ejército.

61 años, tres meses y dos días después, el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, ha reconocido oficialmente que Maurice Audin fue torturado por soldados que lo habían detenido en su casa y que su muerte fue posible gracias a un sistema legalmente establecido de tortura institucionalizada que favorecía las desapariciones. Para todos los que han luchado desde 1957 por el reconocimiento de la verdad, es una gran victoria.

La muerte de este joven de 25 años no supuso algo aislado. Fue uno de los muchos casos de secuestro, tortura y a menudo muerte producidos entre enero y setiembre de 1957, durante la conocida y cinematografiada «batalla de Argel». Una campaña contrainsurgente realizada bajo un sistema militar de terror deliberado, hecho posible por la legislación especial adoptada por las instituciones de París. Maurice Audin se alineó con la lucha por la independencia en un momento en que toda la población de Argel era objeto de una brutal represión para disuadirla de tomar esa decisión y mantenerla a la fuerza bajo el dominio colonial.

Miles de Maurice Audin

Maurice Audin, comunista e independentista, matemático y padre de familia, fue detenido en Argel sobre las 23.00 del 11 de junio de 1957 por paracaidistas del Ejército francés. El apartamento de la familia Audin estaba ocupado por Maurice, de 25 años; su mujer Josette, 26 años; y sus tres hijos, el último de apenas un mes. Se les acusaba de haber dado refugio en su domicilio a militantes independentistas argelinos.

En plena batalla de Argel, con los militares teniendo plenos poderes, Maurice sería conducido al «centro de clasificación» (eufemismo para denominar un centro de tortura) de El Biar. Josette nunca volvió a ver a su marido, que el Ejército presentaba como fugado al evadirse durante un traslado en un jeep, la noche del 21 de junio. La muerte del joven, de rasgos juveniles y pelo desordenado, sería registrada oficialmente en 1963, aunque su cuerpo nunca ha sido localizado.

La versión oficial fue cuestionada inmediatamente. El 4 de julio de 1957, Josette interpone una denuncia por homicidio. Pero, entre desestimaciones y amnistías, el proceso se apaga en 1966. En 1958, el historiador Pierre Vidal-Naquet había publicado una minuciosa investigación que invalida el relato del Ejército, subrayando las múltiples incoherencias de la supuesta evasión de Audin. El mismo año, el comunista argelino Henri Alleg contó en otra obra su propia detención, ocurrida el 12 de junio de 1957. Conducido también a El Biar, dijo haber sido testigo de las terribles torturas infringidas a Audin, haberlo visto «en calzoncillos, extendido sobre una placa, con abrazaderas conectadas al magneto, fijadas a la oreja derecha y a la punta del pie izquierdo».

Durante la guerra de liberación nacional de Argelia, y más en concreto durante esta batalla de Argel, hombres y mujeres fueron secuestrados masivamente, recluidos en régimen de incomunicación, torturados y muchos sometidos a ejecuciones sumarias. La única victoria de los responsables de este sistema de terror, esos «caudillos con caprichos terribles» como les llamaba Jean-Paul Sartre, fue la ignorancia por parte de la opinión pública francesa sobre el verdadero balance humano y los nombres de quienes nunca volvieron a aparecer con vida. Al igual que con todas las represiones masivas en situaciones coloniales, el estatus político de los argelinos permitió el uso de métodos universalmente reprobados tras la Segunda Guerra Mundial y la total falta de atención al número y la identidad de las víctimas.

Macron reconoce que fue torturado

Tras más de 61 años de espera, el pasado 13 de setiembre Emmanuel Macron se personaba en el domicilio de Josette Audin, la viuda de Maurice Audin –ya de 87 años–, reconocía formalmente la existencia de un «sistema» de «tortura» institucionalizado durante la guerra de independencia de Argelia (1954-1962) y anunciaba la apertura de los fondos de los archivos oficiales sobre los miles de desaparecidos.

En una declaración escrita que entregó en mano a la viuda, Macron le dijo que «nunca has cejado en hacer conocer la verdad y la única cosa que hago yo es reconocerla». Admite el presidente francés que «el relato de la evasión (de Maurice Audin) que figura en los papeles oficiales tiene demasiadas contradicciones e inverosimilitudes como para ser creíble». Aunque Macron no se pronunció sobre el modo exacto de la muerte: bien ejecución o bien muerte por tortura durante los interrogatorios.

Esta declaración provocó vivas reacciones en un estado donde la guerra de Argelia, aunque abundantemente documentada, sigue siendo un tema hipersensible y el recurso a la tortura, una verdad científica que está establecida desde hace mucho tiempo, sigue siendo un tabú de la historia oficial. Para algunos, Macron ha ido demasiado lejos; para otros, su paso es insuficiente. Las opiniones no se han hecho esperar. Desde la alegría por que la mentira de Estado haya caído, o por el reconocimiento de los crímenes de guerra cometidos y la posibilidad de que se haga justicia por fin con los miles de argelinos desaparecidos tras haber sido torturados, hasta la acusación de que Macron «ha vuelto a abrir las heridas» y la denuncia de que «abusar de la memoria rompe a menudo el tejido nacional».

Lo que ocurrió con Maurice Audin es exactamente lo mismo que pasó a millares de resistentes argelinos. Y el reconocimiento oficial de su muerte por tortura es una medida positiva, como lo serán la restitución de restos de independentistas argelinos expuestos en museos de París o la apertura de los archivos sobre desaparecidos. Contribuirán al alivio de la memoria. Pero para materializar la auténtica reconciliación, hará falta más: que París revise críticamente su mapa mental del siglo XIX que le permitió colonizar y esclavizar.

Fin de medio siglo de negación

Se dice fácil, pero han sido necesarios nada menos que 22.357 días para que el Estado francés reconozca el crimen de Estado, que Maurice Audin fue efectivamente torturado y asesinado por el Ejército. La declaración de Emmanuel Macron y su visita a la viuda representan una victoria. Una felicidad inestimable para su familia. Porque Josette Audin, que tiene hoy 87 años, ha luchado sin cesar durante ese tiempo para que la verdad se reconociera.

Ella luchó por la memoria de su marido, y también por la de los miles de argelinos que tuvieron la misma suerte y que fueron víctimas de una guerra sucia que París se negaba a mirar de frente. El gesto presidencial marca el fin de más de un medio siglo de negación. Y permite a la sociedad abordar las páginas más oscuras de su pasado colonial. Porque Maurice Audin revela todo un sistema de práctica generalizada de tortura.