Iker BIZKARGUENAGA
BILBO
JUICIO POR LA MUERTE DE IñIGO CABACAS

La Ertzaintza incumplió sus propios protocolos de actuación

La exdirectora de Arkauti explicó ayer las pautas de actuación de la Ertzaintza para hacer frente a desórdenes públicos. Nada de lo que expuso fue aplicado el 5 de abril de 2012.

Elena Moreno Zaldibar es actualmente viceconsejera de Medio Ambiente, pero el 5 de abril de 2012 ocupaba el cargo de directora de la Academia de la Ertzaintza, y en calidad de ello fue requerida por el Juzgado de Instrucción de Bilbo para declarar sobre un manual que regula la forma de proceder de la Policía autonómica ante desórdenes públicos. Ayer, en la vista del juicio por la muerte de Iñigo Cabacas, explicó que todos los ertzainas tienen acceso al contenido de ese manual, que recopila otros informes anteriores, y detalló cuál es el modo teórico de actuar cuando hay incidentes.

Lo expuesto por la exresponsable de Arkauti no difiere mucho de lo manifestado la semana pasada por el comisario de la Policía española Juan Carlos Castro. Así, explicó que la respuesta policial en este tipo de situaciones «no puede ser indiscriminada», sino «selectiva» y «proporcional», y siempre «dirigida al origen del desorden público». «De lo que se trata –dijo–, en cualquier intervención, y así se trataba de trasladar en toda la formación de la Academia, es que lo primero era prevenir que el incidente fuera a más, e incluso que los incidentes tuvieran una afección más allá de donde se estaban produciendo». En los hechos que están siendo juzgados, sin embargo, no solo se puede constatar que la actuación de la Ertzaintza no sirvió para prevenir o atajar incidentes, sino que a la luz de lo manifestado por los testigos se puede colegir que fue la propia Policía la que los desencadenó y los protagonizó, con fatal resultado.

Nunca disparar directamente

Moreno también indicó que la distancia mínima para poder disparar con peloteros «iba desde los 25 metros hasta los 50», en función del ajuste de la bocacha, apostillando a preguntas de la acusación particular que «las escopetas se disparan a rebote». «Nunca se disparaban en directo, siempre buscando un rebote y el máximo ángulo de rebote», insistió, acotando además el objetivo de los disparos: ni a órganos vitales ni a articulaciones. «Siempre se les instruía dentro de la formación sobre dónde no debían tirar, dónde jamás debían apuntar, en ningún caso, porque lo que no se buscaba era hacer daño a nadie», aseguró. Nada que ver teoría y práctica: todos los testigos han declarado que los ertzainas disparaban recto, no buscando rebote, y varios han relatado el miedo que tuvieron al oír las pelotas pasar a su lado. «Disparaban a dar», afirmó ayer uno de los jóvenes que padeció aquella actuación.

La viceconsejera destacó el papel que en ese tipo de contextos suelen desempeñar los agentes de paisano para evaluar la situación, algo que al parecer no ocurrió entonces, como tampoco hay grabaciones en video de la Ertzaintza, algo que es habitual. Respecto al uso del material antidisturbios, indicó que existía la instrucción de rellenar hojas de control al entregar ese material, pero en este caso esa información no consta y nadie ha podido detallar cuántos ertzainas hicieron uso de los lanzapelotas ni cuántas pelotas dispararon.

«Negociar el resultado»

Dentro de esa estrategia de proporcionalidad, la exdirectora de la Academia de la Ertzaintza declaró que ante cualquier tipo de altercado «lo primero siempre es intentar negociar el resultado». Nada negociaron sin embargo los ertzainas que se desplegaron en torno a la plazoleta de María Díaz de Haro, pues, una vez más, todos los testigos han coincidido en que llegaron sin luces ni sirenas, no avisaron de que iban a cargar, tampoco ordenaron desalojar el lugar y dispararon casi de inmediato.

Moreno, por otra parte, ratificó la cadena de jerarquía que existe en el seno de la Policía, donde los agentes responden a las órdenes de su mando «natural», y éste a su vez responde ante el responsable del operativo.

En vez de ayuda, porrazos

Antes y después de la viceconsejera, testificaron varias personas que aquella noche estuvieron cerca de donde Iñigo Cabacas cayó malherido, también algunos amigos del hincha del Athletic. Sus declaraciones fueron en la línea de las escuchadas la semana pasada, y varios coincidieron en explicar cómo fueron golpeados cuando se acercaron a los uniformados para pedir socorro. El primer testigo relató que estaba agachado, intentando resguardarse, cuando oyó gritar «¡le han dado!, ¡le han dado!», y aprovechó un momento de impasse para dirigirse a los policías y pedirles que solicitaran una ambulancia. Tras responderle un agente «sí, sí, ahora vamos», narró que se volvió y recibió dos porrazos que le tiraron al suelo. Informó de que por los golpes tuvo que estar cuatro meses de baja y recibió 12.000 euros de indemnización tras llegar a un acuerdo con la aseguradora.

Esa secuencia fue corroborada por otra declarante, que vio los porrazos, y también oyó a un ertzaina decir «ya será para menos» cuando le pidieron que llamara a una ambulancia.

El quinto testigo no llegó a entrar en la plaza y vio las cargas desde la intersección entre las calles María Díaz de Haro y Licenciado Poza, desde donde no apreció nada raro hasta que escuchó el sonido de las escopetas. Antes, destacó, el ambiente era festivo, y relató que las cargas llegaron donde él se hallaba, hasta el punto de que se metió en un cajero para protegerse.

Este testigo sí vio que una vez que comenzó la carga algunas personas lanzaron objetos a la Ertzaintza, indicando que se trataba de cristales o vidrios. También el segundo testigo vio a un chaval tirar una botella a los ertzainas, y él mismo le interpeló.

En este sentido, si uno de los argumentos de la defensa es que los ertzainas se defendieron ante una agresión –se ha llegado a hablar de cientos de personas, muchas encapuchadas, lanzando desde piedras y adoquines hasta una jardinera–, quienes han declarado haber visto a alguien lanzar algo destacan que se trataba de muy poca gente y sólo botellines o «katxis». Algo «muy residual», según valoró Koldo Gutiérrez, amigo de Pitu y portavoz de la plataforma «Iñigo Gogoan». Él también sufrió de primera mano la actitud violenta de la Ertzaintza al tratar de pedir ayuda. Antes, cuando llegaron las furgonetas, su reacción había sido levantar las manos y explicar que «allí no pasaba nada». Como respuesta, sólo llegó el sonido de los disparos. «No venía a cuento –insistía ayer–, estábamos de fiesta».

 

Nueva iniciativa parlamentaria para depurar responsabilidades

Jone Goirizelaia, abogada de la familia de Iñigo Cabacas, ha pedido al Departamento de Seguridad del Gobierno de Lakua que explique en el Parlamento si ha hecho todo lo posible para esclarecer los hechos ocurridos el 5 de abril de 2012, jornada en la que resultó fatalmente herido el joven de Basauri, «de cara a depurar las responsabilidades que de ahí se puedan derivar». Goirizelaia, que es parlamentaria de EH Bildu, registró esa pregunta en la Cámara autonómica para su respuesta en pleno el pasado 15 de octubre, día en el que comenzó en la Audiencia Provincial el juicio contra los seis ertzainas acusados de homicidio imprudente grave.

El Parlamento rechazó en noviembre de 2013 crear una comisión para investigar lo ocurrido aquella noche. Todos los grupos a excepción de EH Bildu, que presentó la propuesta tras una petición formulada por la familia de Cabacas, se negaron a abrir esa posibilidad arguyendo que su intención era hacer «ruido mediático» e impulsar un «juicio político y paralelo» para «desprestigiar» a la Ertzaintza. En concreto, desde el PNV acusaron a la coalición abertzale de «no buscar la verdad», sino de «desgastar» a la Policía autonómica, mientras que el PSE sostuvo que con su voto en contra se posicionaba «a favor de la verdad y de la transparencia».I.B.

 

Un joven llamó a la Ertzaintza... y tuvo que escapar de los pelotazos

Una pelea multitudinaria con heridos. Esa es la razón esgrimida por la Ertzaintza para justificar su presencia en el callejón de María Díaz de Haro. Sin embargo, los testigos han negado tal cosa, y aunque algunos sí vieron algún enfrentamiento, lo redujeron a la categoría de pequeño altercado. En este sentido, suscitaba interés la declaración de dos testigos de la defensa, por ser dos personas que denunciaron haber sufrido agresiones.

El primero de ellos dijo que estaba con unos amigos y que cuando a uno de ellos le quitaron la txapela se desató una disputa en la que resultó golpeado y herido. Explicó que llamó a la Ertzaintza, pero el primer coche patrulla pasó de largo, y cuando llegaron las furgonetas y se acercó para denunciar lo ocurrido, los ertzainas empezaron a disparar, por lo que tuvo que echar a correr. Los abogados de la defensa no ocultaron su enfado por la declaración de este testigo y trataron de apretarle.

La declaración del segundo testigo tampoco les fue de gran ayuda. Explicó que sufrió una agresión y acabó ensangrentado, con roturas de pómulo y nariz. Llamó a una ambulancia. Pero cuando la abogada de la acusación le preguntó desde dónde llamó para pedirla, dijo que desde el cruce entre Licenciado Poza y Sabino Arana, es decir, a una manzana del lugar de la carga.I.B.