Ruben Pascual
Periodista
IKUSMIRA

El grito digno que los tapones no pueden acallar

Imaginen ustedes que hoy, por lo que sea, hubieran decidido hacer una escapadita a Bilbo. Descartadas otras opciones, pongamos que eligen dos hoteles: el NH y el Barceló Nervión. Consultan precios y, qué demonios, optan por una habitación doble superior. Para una vez que salimos, tiramos la casa por la ventana. La excursión de marras nos saldría, respectivamente, por 127 y 110 euros la noche, sin desayuno. El plan no pinta mal, al menos si a estas alturas del mes la cartera no flojea.

Las que para ahora estarán temblando serán las cuentas del personal de limpieza de ambos hoteles –en su mayoría mujeres de origen extranjero–, en huelga indefinida desde el pasado 2 de noviembre contra la «esclavitud laboral». Concretamente, porque perciben la miseria de 2,5 euros por cada habitación que limpian. Según ELA, se han llegado a pagar 1,26. Calculen el porcentaje en relación con el precio de la habitación. Jornadas maratonianas para, en el mejor de los casos, juntar 800 euros que llevar a casa, pagas extras incluidas.

Las protestas suelen ser ruidosas, pero no se preocupen, porque la dirección del Barceló ya ha tomado medidas. Y no, no es que haya decidido dignificar las pésimas condiciones laborales. Lo que ocurre es que, además de contratar, de acuerdo al sindicato, personal para cubrir la labor de las huelguistas, ha tenido la vergonzante deferencia de regalar tapones a los clientes para que puedan dormir y, en una carta, les explican que «lamentan las molestias» que silbidos y megáfonos puedan ocasionar.

No se dan cuenta de que hay gritos de dignidad que, ante semejante ignominia, ningún tapón puede silenciar.