«Son los jueces los que me han convencido de que esto es un juicio político»
Marina Roig, abogada penalista con más de dos décadas de oficio a sus espaldas, asegura que empezó a llevar el caso como habría llevado otro cualquiera, pero que ha sido la actitud de los jueces lo que la ha convencido del carácter excepcional de este proceso.
Con los abogados Benet Salellas y Alex Sola como escuderos, Marina Roig encabeza el equipo de defensa del presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, a quien la Fiscalía pide 17 años por un delito de rebelión. Es el acusado que más firmemente está denunciando el carácter político del juicio que arrancará en las próximas semanas.
Hecho el escrito de defensa, ¿con ganas de iniciar el juicio?
Ahora ya sí, aunque nos hubiera gustado tener más tiempo durante la instrucción, porque es una causa muy voluminosa y hemos tenido muy poco tiempo, mucho menos de lo que estamos habituados en un procedimiento de esta magnitud. Lo han acelerado al máximo.
¿Le ha sorprendido?
Yo soy abogada penalista desde hace más de 20 años, y afronté el caso como afronto cualquier procedimiento, con la creencia de que si acreditábamos nuestro relato, nos tendrían que hacer caso. Pero con la cárcel y con el hecho de que el Supremo se hiciese cargo, fui viendo que las cosas no funcionaban como yo estaba acostumbrada a que funcionasen; no es un procedimiento normal. Por eso empezamos a incluir más esta vertiente política. Yo he tenido una decepción profunda como profesional del derecho al ver que esto no tiene nada que ver con un procedimiento penal. De que esto es un juicio político me han convencido ellos.
Dice Castells que es importante identificar, en un juicio político, quién es el impulsor del juicio y cuál es su objetivo específico, más allá del castigo.
El objetivo es, claramente, desactivar el independentismo. Por otra parte, creo que aquí se han conjugado todos los poderes del estado con un mismo objetivo. No creo que el poder judicial esté actuando a dictados del ejecutivo; de hecho, muchas veces daba la sensación de que iba más allá de lo que hubiese querido el ejecutivo al inicio.
¿Cómo conjugarán una posición de ruptura para intentar que el Estado sea el juzgado, y una defensa técnica sobre las acusaciones concretas?
Son perfectamente conjugables, y en este caso concreto, creo que no podemos renunciar a ninguna de las defensas, son complementarias. Necesitas una base de defensa técnica clásica para poder después hacer la defensa política. Es decir, sin acreditar la realidad de los hechos, no puedo demostrar que esto es una persecución política. Si me limito solo a acreditar la realidad de los hechos, no estoy diciendo que haya persecución, pero si solo me limito a decir que hay un ataque al independentismo y no desarticulo toda la base fáctica de la acusación, nos quedaríamos con un discurso vacío. No digo que en otras épocas los juicios de ruptura no se planteasen de otro modo, pero creo que, en este caso concreto, lo ideal es una combinación.
Decía recientemente Mario Zubiaga que no parece que el Supremo que calificó la desobediencia civil de «método legítimo de disidencia» en 2009 sea el mismo Supremo que va a juzgar a los dirigentes catalanes.
No. Y no solo es el Supremo, tampoco el Tribunal Constitucional es el que en los años 80 y 90 defendió derechos fundamentales. En el caso del Constitucional el cambio se da en el mismo transcurso del proceso independentista. En sus resoluciones de 2014 empezó diciendo que aquí hay espacio para debatirlo todo, pero en las resoluciones de 2017 acabó con cualquier margen de maniobra.
En el escrito de defensa también hablan de la aplicación del código penal del enemigo, aquel que no pone el foco en hechos concretos sino en la ideología del disidente. ¿En qué lo identifican?
Primero de todo, en el objetivo de descabezar un tipo de disidencia; en nuestro caso, el objetivo es dar un aviso para navegantes a la sociedad civil. Cuidado con lo que reivindicáis porque hay cosas que no se pueden reivindicar. Junto a eso se da una exacerbación de las penas, un retorcimiento de los tipos penales. Miras la conducta concreta, por ejemplo la protesta del 20 de setiembre, en la que los Jordis acabaron subiendo a un coche de la Guardia Civil, y ves que por eso piden penas de 17 años por rebelión o de 10 años por sedición... es absolutamente desorbitado. Aunque el Supremo nos dijo que alegar derecho penal del enemigo era un desahogo defensivo. Seguiremos desahogándonos.
En un juicio político, la actitud del acusado es clave. No parece que Cuixart vaya a llegar al nivel Zola, que le dijo a su abogado que ni se le ocurriese defenderle, pero sí se ha mostrado contundente en sus entrevistas y escritos. ¿Qué nos podemos esperar de su declaración?
Justo ahora empezamos a preparar la que será su declaración, por tanto puede evolucionar, pero creo que será un enfrentamiento más de contenido que de forma. Pero hasta el día de la declaración no lo sabremos.
¿Responderá a las preguntas de la Fiscalía y de Vox?
No lo tenemos decidido.
¿Pedirá declarar en catalán?
Tampoco lo tenemos decidido, pero quiero intentar explicar que, para nosotros, la vulneración del derecho a utilizar el catalán ya ha ocurrido, como consecuencia de la vulneración del derecho al juez ordinario. Es decir, es consecuencia de emperrarse en llevar el caso a Madrid cuando el Tribunal Supremo no es competente, aún más en el caso de Cuixart, que no es ni aforado. Pensamos que utilizar un intérprete es blanquear la actuación del tribunal.
Cuesta entender que ante un juicio de estas características, los acusados acudan con defensas separadas. ¿Hay un mínimo de coordinación? ¿Es todo lo buena que podría ser?
Hay un mínimo de coordinación, los abogados nos reunimos periódicamente. Hemos intentado establecer un mismo relato de fondo, aunque es cierto que, al haber dos partidos luchando por el mismo espacio y con unas elecciones de aquí a nada, se hace difícil. Pero espero que durante el juicio se mantenga esa mínima coordinación.
Vistos los escritos de defensa, se ve una brecha entre quienes apuestan por darle una dimensión política a la defensa y quienes optan simplemente por la defensa técnica. ¿No resulta peligrosa esta división en manos del tribunal?
El tribunal lo puede utilizar, igual que ha utilizado hasta ahora la represión y el castigo. No sé si al final los que hagan una defensa exclusivamente técnica tendrán más suerte, pero nosotros estamos convencidos de lo que vamos a hacer. Si el resultado es que los que han hecho una defensa estrictamente técnica salen mejor parados, mejor para ellos, pero eso no nos hará cambiar de opinión.
Parece que van a emitir el juicio en directo. ¿Qué les parece?
Lo queríamos pedir nosotros también, es positivo. Aquí en Catalunya todos tienen claro qué ha pasado, pero que fuera tengan la oportunidad de ver el juicio en directo siempre nos será más beneficioso a nosotros que a la Fiscalía.
Todos los clásicos sobre juicios políticos coinciden en señalar que la ruptura dentro de la sala solo es posible si hay ruptura también en la calle. ¿Cómo les gustaría que la gente acompañase el juicio desde el exterior?
Me consta que habrá movilización, y creo que es bueno que la haya, siempre que sea igual que la habida hasta ahora. ¿Movilización permanente? Sí.
¿Cree que una calle movilizada puede condicionar la decisión del tribunal, o la sentencia está ya escrita?
No sé, estoy tan decepcionada... Si hay algo que puede hacer cambiar al tribunal, siempre será positivo. Si conseguimos combinar un juicio dentro de la sala en el que se demuestre la realidad y un juicio fuera, pues igual cambia algo. Ahora, visto lo visto, me cuesta mucho creerlo. Es difícil pensar que nueve personas privadas de liberad durante un año y pico vayan a ser absueltas y puestas en libertad; más a en un juicio que tiene la voluntad de descabezar a los líderes del independentismo. Pero nosotros no damos la batalla por perdida.
El escrito de defensa está plagado de jurisprudencia del TEDH. ¿Allí acabará este proceso?
Al final lo decimos: si ustedes condenan, que sepan que habrá otro tribunal que condenará a España. Más allá de eso, quizá el Supremo y el Constitucional ya no son lo que eran, pero el Tribunal Europeo sí que parece seguir siéndolo, por tanto, tratamos de recordar a quien quiera leer el escrito que hay unos tribunales que se están pronunciando continuamente en este sentido.
¿Qué importancia dan a los observadores internacionales?
Creo que puede ser un elemento de presión hacia el tribunal; que también ellos se sientan juzgados puede ser positivo. Porque ellos van a mantener muy bien las formas para que la opinión pública pueda decir “mira qué bien, qué tribunal más bueno”. Pero claro, a un observador internacional no lo engañas con las formas, entrarán en el contenido. Quién sabe, al final, quizá la confluencia de un buen trabajo en el juicio, una movilización en la calle que nos acompañe y una observación internacional puede hacer cambiar las cosas.