8 de Marzo; poner la vida en el centro es cuestión de soberanía
Hemos entrado en la nueva fase del capitalismo y el sistema muestra sin complejos que solo hay sitio para unos pocos. Estamos normalizando el empeoramiento de las condiciones de vida dentro del sistema heteropatriarcal capitalista. Nos quieren hacer pensar que las opresiones y situaciones de explotación son consecuencia de errores individuales y no de los procesos estructurales. La falta de seguridad continua para poder conseguir los recursos mínimos para poder vivir es la característica principal de la precarización de nuestras vidas.
Ante esta situación, las luchas sociales nacidas desde el contra poder han aumentado. Reflejo de eso son las movilizaciones históricas del año pasado. Dice una frase que «ladran porque cabalgamos» y es así como vemos reaccionar a todos los guardianes del sistema, ladrando, intentando parar el camino de quienes estamos levantándonos.
El fascismo ha despertado de su letargo para poder seguir legitimando las actitudes xenófobas, machistas, racistas, supremacistas y franquistas. Los partidos de extrema derecha se están expandiendo, se están haciendo con el gobierno, con intención de proteger este sistema. Nos han puesto en el punto de mira a las mujeres, feministas, refugiadas, migradas, independentistas, trabajadoras, transexuales y bolleras entre otras. Nos señalan como culpables de su agrio fascismo. Nosotras decimos bien alto que sí, que estamos aquí y que somos culpables de luchar por las vidas soberanas que nos corresponden. Vinimos hace ya tiempo, y vinimos para quedarnos.
Por todo ello, ¡este año también vamos a la huelga feminista del 8 de Marzo! Después de la foto histórica del año pasado, hemos escuchado demasiadas veces que aquello fue humo. Para nosotras en cambio todo lo que sentimos y aprendimos en esa lucha no tiene vuelta atrás.
Por un lado, imaginamos entre todas una nueva sociedad, y así seguimos haciendo frente a la distopía de un futuro negro donde dicen que no hay alternativa. Hemos entendido que las feministas somos capaces de mover la transformación, que somos quien para hacerlo. Como dice Marina Garcés «las políticas que buscan la emancipación siempre han sido lugares de sembrar la imaginación». Y es así como el movimiento feminista ha aparecido como principal sujeto político para la transformación y la confrontación con este sistema patriarcal, capitalista, heteronormativo y misógino. Desde el año pasado ha incrementado el pulso para romper el consenso social hacia las instituciones y los valores patriarcales. Además, haber planteado la huelga de manera autónoma, abierta y descentralizada dio oportunidad de incidir en el contexto local. De esa forma, estamos dando respuesta colectiva a problemas concretos.
Todo esto no se podría entender sin todo el trabajo de miles de grupos y de compañeras feministas desde los años 70. Lucharon sin parar (y lo seguimos haciendo), tejiendo redes de apoyo y alianzas, nombrando las violencias, tomando las calles y las casas... ¡Por ellas somos! Por ello, la base de esta revolución serán la mirada y conocimiento mutuo entre las distintas generaciones, así como la organización cotidiana y la lucha feminista.
Tenemos que organizarnos en el feminismo y continuar luchando en colectivo. Para colectivizar las responsabilidades para sostener la vida y poder cambiar de raíz las relaciones de poder. Al fin y al cabo, para poder cambiar la sociedad, necesitamos soberanía. Nosotras tenemos claro que la soberanía no se consensúa en las oficinas. Que en vez de en los estados, parte de las vidas cotidianas. Diariamente tenemos que poner las vidas en el centro, con las decisiones sobre nuestros cuerpos, así como en el reparto del tiempo y los trabajos, en el reconocimiento de la diversidad o en la defensa de lo común. Además, la necesidad de soberanía se arraiga en el territorio. Es indispensable recuperar la capacidad de decisión sobre nuestro territorio ante los dos Estados que están a merced de los poderes corporativos.
Así, la soberanía feminista está directamente relacionada con el proceso de autodeterminación y cambio de Euskal Herria. Porque nos dará la oportunidad de crear nuevos modelos y poder convertir sujetos de derecho a las personas que tienen relación entre ellas en vez de vincular los derechos al empleo, el matrimonio o la procedencia.
No son pocos los desafíos que tiene la izquierda: unas elecciones marcadas por la subida del autoritarismo, crear una alternativa que profundice en la soberanía para hacer frente a la crisis territorial de los estados y la involución social, ofrecer una transición a una civilización que está a punto del colapso. En todos ellos es imprescindible la participación política de las mujeres*, definir un proyecto de pueblo que tenga bases feministas y la interlocución del movimiento feminista. Es cuestión de prioridades. Las feministas estamos haciendo nuestro trabajo: empoderándonos, organizándonos, actualizando propuestas políticas, reuniendo reivindicaciones y cuando es necesario, haciendo autocrítica. Sigamos todas las noches soñando con la revolución feminista. Sigamos todos los días organizando la revolución feminista.
La revolución esta en nosotras, nosotras somos la revolución, ¡feministas a la huelga!