Raimundo Fitero
DE REOJO

AMLO

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México ha entrado en campaña electoral española pidiendo que la Corona española y la Iglesia pidan perdón por los desmanes cometidos en México en los nefastos años de la invasión y genocidio perpetrado con espadas y cruces. Han saltado todos al cuello. La Hispanidad, la madre patria, el doce de octubre, son estigmas de la desmemoria histórica española. Hay que admitir todo lo establecido en los libros manipulados, en la propaganda convertida en sentimiento imperialista, y no se pueden permitir que siquiera se pida perdón por los excesos cometidos.

Los populistas del imperio español de aquellos siglos llaman populista a AMLO por hacer una petición tan educada. Además, el Papa Francisco debería sentirse concernido, por ser argentino. Y porque si algo están copiando ahora mismo los evangelistas en Iberoamérica, es lo que hicieron los católicos en todos los territorios arrasados por sus armas, o rendidos por el miedo de los trabucos, los caballos, y las enfermedades endémicas llevadas desde la península ibérica. Claro, choca que un partido, teóricamente de izquierdas, gobierne en la inmensa mayoría de las instituciones mexicanas, tras unas elecciones que no pudieran manipular como pasó en anteriores convocatorias. Morena es un partido de amplio espectro. Ha gobernado en la capital y en diversos estados. Saldrán complicaciones, implicaciones con ese poder oscuro que forman los cárteles que han invadido capilarmente todo o casi todo.

Resucitar una memoria histórica tan ocultada, manipulada y convertida en una gesta identitaria española no viene mal para intentar conocer algo más de lo que realmente fue. Queda un idioma, hay trazas de muchas generaciones, por eso un acto de reconocimiento de agravios sería un acto de dignidad.