Zorion Ortigosa y Xabier Llodio
Federación de industria de LAB
KOLABORAZIOA

Las verdaderas claves del cierre de Fagor Electrodomésticos

El cierre de Fagor Electrodomésticos originó cientos, miles dramas particulares de diversa intensidad y consecuencias, de los cuales se quiere responsabilizar a los y las trabajadoras de la cooperativa en un reciente estudio elaborado por profesores de la UPV que parece dictado por Confebask.

No han sido pocos los fracasos de proyectos industriales cuya responsabilidad se ha querido poner sobre las espaldas de los y las trabajadoras. Según manda la doctrina neoliberal, los directivos nunca son responsables de cierres de empresas. En este caso, a falta de sindicatos, se quiere culpabilizar a las personas cooperativistas por ser demasiado «trabajadoras» y muy poco «propietarias». Sorprende que desde esa supuesta visión tan miope y proletaria decidieran dejar de cobrar intereses, reducirse el salario y firmar su propio despido.

Es el sentimiento de ser trabajadora a la vez que propietaria lo que posibilita el que valores como la solidaridad, la equidad y la participación tengan un significado real en un contexto en el que las cooperativas se ven abocadas a competir en una economía de mercado. Ese debe ser el valor añadido del cooperativismo, su ventaja competitiva.

Acusan al sistema de incorporación de nepotista, llegando a decir que se daba preferencia al apellido frente a la cualificación. La realidad es que existía sobrecualificación en el personal de producción, conformado en gran medida por mujeres, aspecto en el que Fagor Electrodomésticos fue una empresa pionera. Los datos muestran que en los 6 años anteriores al concurso la mitad del empleo de Fagor Electrodomésticos desapareció. Lo que fue nefasta fue la contratación de directivos, que tomaron decisiones como gastarse 200 millones de euros en la compra de Brandt y otras empresas que nunca generaron los retornos previstos llegando a generar una deuda de más de mil millones.

En una empresa que necesitaba utilizar toda la capacidad productiva para ser rentable, se señala el absentismo como problema principal. Las instalaciones estaban infrautilizadas. No faltaba mano de obra, faltaba trabajo.

Además de vagos, enchufados y egoístas, se les acusa de negarse a realizar ningún sacrificio. Pese a que muchos y muchas decidieron invertir en aportaciones de Fagor Electrodomésticos entre 12.000 y 18.500 euros. 185 millones de euros en total, necesarios para su viabilidad según el equipo directivo. Aunque conocían las dificultades económicas, pusieron dinero o renunciaron a retirar sus ahorros. ¿Lo harían los autores del estudio en una situación similar?

Perdieron el dinero. Perdieron el empleo. Y ahora tienen que leer y escuchar que fue su falta de implicación la que provocó el cierre. No es cierto y no es justo.

En LAB pudimos comprobar lo contrario: cooperativistas defendieron el empleo de trabajadoras y trabajadores por cuenta ajena trabajando en diferentes planes de viabilidad de manera conjunta. La implicación fue total.

Es conocido el fatal desenlace. Queda la marca Fagor con la que la Corporación Mondragón prevé obtener beneficios permitiendo su uso, aunque no genere empleo en Euskal Herria.

Aprendamos de lo ocurrido para mirar al futuro, pero con rigor y objetividad. Nos queda el poso del trabajo realizado. Esperamos que nos sirva para experiencias futuras tanto para el sindicalismo como también para el cooperativismo.