Ekain, una iglesia románica sin nada que envidiar a las catedrales
8 de junio de 1969. Rafael Rezabal y Andoni Albizuri, miembros de Antxieta Jakintza Taldea de Azpeitia, encuentran la cueva de Ekain. Es el fruto de innumerables horas arañadas a su tiempo libre y dedicadas a una pasión, la arqueología. Crean escuela en el Urola. El hallazgo sacude la comunidad científica y toda Euskal Herria.
Rafael Rezabal (1930) y Andoni Albizuri Katxo (1935-1983) habían pasado el día en Izarraitz, examinando el terreno calizo, propicio para las cuevas. Al llegar a las inmediaciones del valle de Sastarrain vieron que reunía las condiciones idóneas para albergar una cueva. Los vecinos les informaron de la existencia de una pequeña cavidad donde se escondían las ovejas con mal tiempo. Volvieron el día 8 de junio de 1969 con material apropiado para realizar la cata que verificaría la existencia de un yacimiento prehistórico.
Mientras se arrastraban a duras penas por el interior de la cavidad, se dieron de bruces con el santuario de arte rupestre de Euskal Herria. Caballos, osos, bisontes y ciervos, pintados 14.000 años atrás, desfilaron ante sus incrédulos ojos. No lo olvidarían jamás.
Aquella galería era virgen. Nadie había penetrado en ella desde tiempo inmemorial. El hallazgo dio un nuevo impulso a Antxieta Jakintza Taldea. Sus miembros, todos aficionados, han protagonizado numerosos descubrimientos a lo largo de estas cinco décadas. Son más de 100 yacimientos, entre ellos los de Danbolinzulo, Erlaitz, Astuinaga con Arte Parietal y Urkulu, Irikaitz, Arnaileta con extraordinarios yacimientos arqueológicos hallados en la comarca del Urola y pertenecientes al Paleolítico Superior, Medio e Inferior.
En Ezkuzta (Azpeitia, 2014), encontraron dos varillas grabadas del Magdaleniense, las únicas completas que se han encontrado en la Península Ibérica.
Rezabal y Albizuri tenían una estrecha relación con José Migel Barandiaran –director honorífico de Aranzadi– y Jesús Altuna, a quienes informaron aquella misma tarde del hallazgo. Fue decisión unánime el cierre de la cueva, con el propósito de no dañar las pinturas.
La determinación de ambos para colocar una puerta metálica que impedía el paso al interior fue clave en la conservación de Ekain, aunque no estuvo exenta de fuertes presiones para su apertura. Los ingresos económicos generados por el turismo eran muy atrayentes para las autoridades de la época.
En Ekain la primera figura, una gran cabeza de caballo, se encuentra a unos 50 metros de la entrada y las últimas figuras a más de 150 metros. En total se han encontrado 70 representaciones de animales, 64 pintados con carbón y ocre, y 6 grabados. En 2008 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Entre los años 1969 y 1975 se llevaron a cabo un total de seis campañas de excavación a la entrada de la cueva. Y entre 2008 y 2011, tres campañas más.
Estas pinturas están fechadas en el período Magdaleniense del Paleolítico Superior y hacen que el de Ekain sea considerado uno de los principales santuarios prehistóricos europeos de Arte Parietal junto a Altamira, Niaux, Lascaux y Chauvet.
A lo largo del siglo XX fueron muchas las cuevas con arte rupestre dañadas por el ir y venir de los visitantes: Altamira, Santimamiñe, Lascaux... La primera vez que se llevó a cabo la reproducción íntegra de unas pinturas paleolíticas fue en la cueva de Lascaux. Existen otras dos réplicas de arte rupestre paleolítico, las de Altamira y Chauvet.
La de Ekain abrió sus puertas en 2008 tras una laboriosa tarea. Su inauguración llegó con retraso debido a diversos factores: el presupuesto creció hasta los 9.200.000 de euros oficiales y las obras se alargaron durante 8 años (2000-2008). Durante algunos años se desarrollaron a un ritmo muy bajo.
Ubicada en Zestoa, Ekainberri está 600 metros antes de llegar a la cavidad original. Su autor es Renaud Sanson y la dirección científica es obra de Jesús Altuna y Koro Mariezkurrena.
El proyecto de Zestoa supuso un auténtico reto para Sanson, que quedó maravillado ante el tesoro que escondía Ekain. «Lascaux puede ser una gran catedral gótica, en tanto que Ekain se asemejaría más a una pequeña iglesia románica, pero en las iglesias románicas hay concentrada una espiritualidad que nada tiene que envidiar a las catedrales góticas, y es lo que hemos querido conservar y reflejar», afirmó el artista francés.
No era arqueólogo, se dedicaba a la escenografía de cine y teatro. Los enrevesados relieves de las rocas y el modo en que los hombres del Magdaleniense los aprovechaban en sus pinturas obligó al diseño y a la aplicación de una nueva técnica, ya que la utilizada en Lascaux no era válida. Incluso fue necesario modificar el material con que se reproducen los paneles.
Entrar en Ekainberri es viajar 14.000 años atrás en el tiempo. Contiene un 85% de las figuras representadas en Ekain y están situadas en la misma disposición que en la original. El visitante incluso puede experimentar la sensación de baja temperatura, el agua que corre por el interior de la cueva y la humedad ambiental.