César Manzanos
Doctor en Sociología
JOPUNTUA

Genocidios invisibles

El animal humano es el único ser que asesina a sus semejantes, sean o no de su misma especie, por el mero placer de matar. No para hacer posible la vida de otros, ni siquiera para comérselos, simplemente por un deseo incomprensible pero indiscutible de supremacía. Ejerce la violencia de un modo sistemático y organizada con el único objetivo de tratar de calmar la sed que le provoca su eterna insatisfacción, su impotencia ante la muerte propia.

Para reproducir las condiciones de vida de unos pocos, sustentadas en una abundancia que no hace sino alimentar su ansiedad, ha construido una civilización que desde hace ya milenios se asienta en la condena a la gran mayoría de la humanidad y al resto de los seres vivos del planeta, a sobrevivir en condiciones infrahumanas, cuando no a morir o desaparecer por ser población basura desechable.

Este modelo social y económico genocida, disfrazado de progreso técnico y científico, provoca incalculables víctimas como consecuencia, por citar algunas, de las guerras y del ladronicio institucionalizado, o de los desplazamientos forzosos cuyo botón de muestra es el cementerio del mar Mediterráneo, o de una industria agroalimentaria que utiliza determinados químicos sin control causantes de patologías mortales casi siempre sin efectos inmediatos aparentes.

Mientras, la única obsesión de los líderes mundiales, de las empresas multinacionales, de las entidades bancarias, de los consejos de ministros y de los científicos, con cuyas manos se construye esta arquitectura macabra, es cómo perfeccionar y ocultar la barbarie maquillada de civilización, eso sí, de civilización occidental, anglosajona y judeocristiana cuyo aporte más destacable a la historia de la humanidad ha sido eliminar la biodiversidad en el planeta y condenarnos a pasar por el mundo para servir al prójimo, o sea, a trabajar para ellos. No nos olvidemos que, entregadas a esta tarea, también están las instituciones que nos representan, las cajas de ahorro y las universidades, así que cuidado con los lobos disfrazados de corderitos.