Dos conclusiones principales arroja el trabajado y ajustado triunfo de Rafa Nadal en el US Open. Que el mallorquín está a un paso de igualar el histórico palmarés de Roger Federer y que Daniil Medvedev quiere echar abajo la tiranía del denominado Big Three –hay que sumar a Novak Djokovic a los dos anteriores mencionados– en los últimos años del panorama tenístico mundial.

Con su victoria en Flushing Meadows –la cuarta en el máximo torneo estadounidense–, Nadal suma el Grand Slam número 19º de su carrera deportiva y ya está a solo uno de la veintena que atesora Federer. Si tenemos en cuenta que entre ambos hay una diferencia de edad de cinco años y que el helvético, pese a dosificarse en el circuito, ya no tiene el mismo punch competitivo, lo previsible es que el balear le supere a no mucho tardar.

Todo ello con permiso del actual número uno, que no ha podido ofrecer su mejor versión en las últimas semanas debido a una lesión en el hombro izquierdo y que no les va mucho a la zaga de sus rivales en cuanto a Grand Slams, ya que acumula un total de 16. El tenista serbio tiene 32 años, uno menos que Nadal.

Fortaleza psicológica

Precisamente el balcánico ya sufrió en propias carnes de manera reciente –semifinales de Cincinnati– el ciclón que se avecina en el deporte de la raqueta, con la irrupción de Medvedev. Respondiendo al dedillo al arquetipo ruso, frío e inexpresivo independientemente de si pierde o gana, el moscovita ya se ha instalado en el número cuatro del ránking y amenaza la hegemonía del trío de veteranos.

De él no solo destaca su poderío físico, sino también el mental, como demostró el domingo en Nueva York, levantando dos sets en contra de Nadal, algo al alcance de muy pocos. Esa fortaleza psicológica le hace diferenciarse de otros jóvenes valo-res –Zverev, Tsisipas, Thiem...– que hasta el momento no han conseguido hacerse un hueco en la cima. El tiempo dirá si Medvedev lo acaba logrando.