LA CARA DE «LA FÁBRICA DE LA MUERTE», EN EL REFUGIO ANTIAÉREO DE ASTRA
GERNIKA Y EL MUSEO ESTATAL AUSCHWITZ-BIRKENAU HAN UNIDO SUS VOCES EN UNA MUESTRA QUE VUELVE A PONER EN PRIMER PLANO EL HORROR DE LOS CAMPOS DE EXTERMINIO NAZIS EN TIEMPOS EN LOS QUE ARRECIAN «MENSAJES DE ODIO». EL MUSEO PONE LA EXPOSICIÓN; GERNIKA, EL REFUGIO ANTIAÉREO DE LA ANTIGUA FÁBRICA DE ARMAS ASTRA.
Visitar una exposición sobre lo que fue Auschwitz representa siempre acercarse a lo más espeluznante de la cualidad humana. Hacerlo en un oscuro refugio antiaéreo de robustas paredes y techos bajos, en los que aún pueden verse los orificios habilitados en su día como respiraderos, añade una atmósfera que ayuda a viajar a tiempos que deberían permanecer en el recuerdo y, sin embargo, acechan tras los mensajes de odio, como recordaron ayer varias voces en Gernika.
El refugio es el mismo que utilizaban trabajadores de Astra y vecinos durante los bombardeos en la guerra de 1936. Contó el alcalde, José María Gorroño, que quienes tuvieron que guarecerse allí cuentan que nunca olvidarán la falta de aire. Más de 80 años después, en unas circunstancias completamente diferentes, con agacharse y acceder al interior, la sensación es rápidamente entendible.
Algunos de los documentos y fotografías que muestra la exposición «Campo de la Muerte Nazi Alemán, Komzertrationslager Auschwitz» son inéditos. Pertenecen al fondo del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau y forman parte de un proyecto educativo que recorrerá distintos puntos de la Península durante este curso y el siguiente.
La muestra está dirigida a los más jóvenes, a quienes no han oído hablar de los campos de exterminio nazis. Están dirigidas a despertar su memoria imágenes de cadáveres apilados, de montones de cabellos acumulados para su uso en la industria textil, junto a reproducciones de documentos que representan el horror de forma muy gráfica: extensas relaciones de nombres junto a la descripción de sus características faciales, listas de enseres arrebatados a las personas confiadas o la orden firmada por el propio Josef Mengele, conocido como «el ángel de la muerte», entre otras.
La memoria de la ideología
Los paneles diseñados en su contenido y forma en un tono ágil y didáctico repasan no solo los horrores de un campo de exterminio, en el que la mayoría de las fuentes convienen que se acabó con la vida de alrededor de millón y medio de seres humanos. «En ningún otro lugar en un espacio tan limitado y en un tiempo tan corto se llevó a cabo el asesinato de tantos seres humanos», resalta la muestra, que arranca con un capítulo dedicado a «La génesis y el objetivo de la invasión alemana». Precisamente por ello, aporta también información sobre cómo se construyó el armazón ideológico que dio cobertura al holocausto nazi.
Gorroño recordó que «los ojos del mundo deben estar muy abiertos a cualquier intención de revivir una política xenófoba, racista, discriminatoria y segregacionista» y planteó que no se puede «dejar avanzar, fomentar ni escuchar discursos del odio». Fue el director del Museo Estatal Auschwitz Birkenau, Piotr Cywiński, quien puso el foco en una Europa que acumula problemas que no acierta a resolver, en tiempos de «desunión» y de democracias «cada vez más populistas», mientras no hace nada por miles de refugiados que intentan llegar a sus costas huyendo de la guerra.
Muestra de que la memoria sigue viva, la embajadora de Polonia en el Estado español, Marzenna Adamczyk, relató que vive en Varsovia en un bloque en el que se recuerda aún a un jardinero ejecutado junto a su familia por esconder a decenas de judíos. Había dispuesto un tenderete de venta de comida para alejar sospechas y poder alimentarles. Varias placas en viviendas garantizan que estos hechos no caigan en el olvido.