Alvaro Reizabal
Abogado
JOPUNTUA

Desde la ventana de mi celda

La exposición de las obras de arte elaboradas por un preso de ETA en la Casa de Cultura de Galdakao ha dado pie a una serie de reacciones en cadena. Al PP le ha servido para catalizar su campaña electoral, colocándose ante la sala de exposiciones con grandes paneles en los que se muestran fotografías de los delitos por los que el preso esta condenado y sus armas. Una vez más, la utilización de las victimas con fines partidistas claramente electorales.

Algunas victimas se han dirigido a la AN solicitando la prohibición de la muestra con el manido argumento de que les humilla. Ese tribunal, tan poco sospechoso de ser condescendiente con ETA, sus presos, y el entorno del entorno del entorno ha resuelto que de ofensa nada y que se trata de una simple exposición de trabajos realizados por una persona privada de libertad. Y es que eso es lo que no quieren admitir: los presos están privados de libertad, que ya es muchísimo, pero no por eso dejan de ser personas y tener derechos.

Llueve sobre mojado. Ya en 2016 se suspendió una muestra colectiva organizada en el Koldo Mitxelena en el marco de la capitalidad de la cultura. Digo yo que esa sensibilidad será susceptible de algún control objetivo, porque de lo contrario parece que siempre habrá que estar al albur de que alguna víctima, se sienta disgustada por algo, para que automáticamente haya que prohibirlo.

Además, es difícil de explicar que lo que es motivo de aplauso con los presos sociales deba prohibirse con los políticos. Si un social estudia es digno de admiración. Si estudia uno de ETA es que sus cómplices le regalan el titulo y tratan de anularlo. Si los sociales hacen botijos es fantástico que en lugar de estar tirados en el patio, vayan a los talleres, pero si el botijero es etarra, ni agua para el botijo. Dicen: «¡Que se joda y se pudra en la puta cárcel que es lo que merece!»

Claro que lo peor es que el Gobierno Vasco, se sume al coro de plañideras que pide que se cierre la exposición por una humillación a las victimas que no aprecia ni la Audiencia Nacional.