El ascenso del nepalí Nimal Purja de las 14 montañas de más de 8000 m en menos de siete meses ha causado doble sensación en el mundo alpinístico, una admiración por la proeza fisiológica deportiva y fuertes críticas por el estilo, ya que él y sus spónsores no se han parado en barras en usar oxígeno embotellado, helicópteros, grupos numerosos de apoyo, etc. Nims, como es normalmente conocido, militar gurkha y ex-miembro de élite de los Special Boat Service de los marines británicos, condecorado por la reina Isabell II como Miembro de la Orden del Imperio Británico, no solo ha demostrado unas capacidades físicas muy fuera de lo común, sino también dotes de persistencia, organización, capacidad técnica y logística, algo que de alguna manera no se les reconoce a los montañeros nepalís, habituados a subir a estas montañas por necesidades económicas. Hay mucha hipocresía en las críticas puristas sobre el estilo. Igual que se contextualiza históricamente el primer ascenso de Tensing y Hillary al Everest, con oxígeno y uso de expedición pesada, o el uso de estimulantes por Herman Bull en su ascenso del Nanga Parbat, quizás habría que hacerlo con el background cultural y económico del que procede Nims, en cuyo proyecto no hay solo un intento de romper un record y alcanzar un lugar en la historia del Himalayismo, si no que es lícito imaginar una cierta reivindicación de un país, o de un grupo humano acostumbrado a trabajar para el placer o la fama de otros.