P.C.
ROCK

El músico en perpetuo embarazo

Tienes dos manos increíbles para empujar, somos los bastardos que dejaron de llorar”, así comienza el primer disco (“Timbre acústico”) de los cinco testimonios que se guardan en “Solo quiero brujas en esta noche sin compañía”. Es una composición optimista y hermosa, pero que, en el fondo, sabe a derrota porque El Drogas percibe, como el lector, que la sociedad está aturdida y que, en gran parte, es conformista y que se engaña pensando que viviendo él bien, el resto se le parece. En todo caso, es un venerable corte que se agarra a la esperanza de un mundo más noble.

El Drogas posee una cualidad de voz que funciona muy bien sin excesivas variaciones tonales, aunque sí interpretativas. La calidad de las palabras, su color, resonante, significado y orden es una condición común a los cinco discos y a la propia historia del irrompible músico. Enrique Villarreal toca el piano de forma básica, pero con la suficiente eficacia como para acompañar de forma estética y fluida sus composiciones. También acoge una acústica, una armónica y programación de ritmos. Con todos los elementos y ayudas puntuales escribe el primer e intimo volumen, con cierto aire campero en algunos tramos. Disco vaporoso y seductor.

La presente caja abraza tantos semitonos y reflejos como colores viste su autor, así que “Europa”, segundo cedé, es tralloso, el lugar, entre otros episodios, donde anida inabrazable lo que fue Barricada, como la convulsiva y generosa “Con pinturas de guerra” o “Mientras arde tu país – Europa calla”. La guitarra de Txus Maravi (llas), también activo compositor, el presente y grueso bajo de Flako, la batería de Brigi Duke, con la caja en primera línea, más el omnisciente El Drogas, suenan duros, jóvenes y belicosos. El contrapunto lo dictan dos himnos-balada encomiables: “Se termina ya” y “Hoy me esperan las sonrisas”, donde Villarreal se apoya en la delicada y amable voz de Carolina de Juan, un dueto vocal que se fusiona connatural. Espléndida.

El sonido de un saxo indica cambio desde la tramoya. “Timbre canalla y de bullanga” se dice que es el disco de ritmo y blues, pero si así fuera su destino estaría muy trillado. Así que don Enrique sabe darle una vueltilla al asunto y con las voces de Zuria Bidaurre, coros, y la enérgica y sorprendente voz solista de Patri Greham, rompe previsiones y el clásico ñaca ñaca queda burlado. Y si una canción huérfana, “Gota a gota” lo dimensiona todo con un tango fílmico operístico, y se despide disco con “Hacha y tiza”, todo resulta bien inesperado.

Los dos últimos discos son irregulares. Aunque “Un poco más morir” es una bella canción pop con voz de Selva Barón, timbre destacado junto a las mencionadas más Nina y Aiara Villarreal.