Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS
Periodista
AZKEN PUNTUA

Estampa de un ministro

Mis amigos aguantan mis peores defectos. El orgullo es uno de ellos. Mi susceptibilidad debe ser muy molesta a veces: con facilidad me siento herido; no doy fácilmente mi brazo a torcer. No sé cómo me soportan. Y me gusta hablar sin que me interrumpan. Mi propio marido lo denuncia». Esta es la estampa que de si mismo hace el ministro del Interior español, antes juez importante, Sr. Marlaska, en un libro titulado “Ni pena, ni miedo”. De él dependen la Guardia Civil y la Policía Nacional.

Sr. Sánchez, permítame una pregunta sencilla: ¿por qué? ¿Qué ha visto usted en el Sr. Marlaska para entregarle nada menos que la cartera de Interior en un momento político tan difícil para España? ¿Hacemos un poco de psicoanálisis? Sería un análisis sencillo, pero suficiente. Usted tiene los ingresos necesarios para adquirir las obras completas de Freud, que yo perdí, como ocurrió a tantos otros, cuando me pusieron en la calle los «unos» y «los otros» por exigir una España en libertad, justa, equilibrada, respetuosa con ella misma. En Freud hallará la respuesta precisa a mi pregunta.

Repito, Sr. Sánchez: ¿por qué? ¿Por qué nos ofende a todos entregando el orden público a este irisado caballero que, apoyándose en su susceptibilidad, ensalza como su principal virtud el orgullo que le exige no ser interrumpido en su singular discurso sobre España?

Sr. Sánchez: ¿por qué?