«Somos seres migrantes y eso es algo que no vamos a poder frenar»
En «El viaje de Aixa» Inma Roiz narra el gran viaje que hacen en el mundo helado y hostil del Paleolítico la niña Aixa y el cazador Moy desde los Pirineos hasta Urdaibai. Un viaje que es una historia de supervivencia y aprendizaje, el viaje de la propia vida, y que ha ilustrado con maestría el artista bilbaino Rober Garay, la otra pata de esta novela.
Fue de hecho el propio Rober Garay quien propuso a Inma Roiz escribir esta novela ilustrada, editada magníficamente por la editorial bilbaina El Gallo de oro. “El viaje de Aixa” es el tercer trabajo de Roiz, tras el éxito de “Manuela” y “Oro verde”, novelas ambas en las que la escritora okondarra también contaba historias de migraciones, un tema que le interesa particularmente y en el que es experta, y que, afirma, permanece a lo largo de los siglos como una constante en la historia de la humanidad.
Supongo que escribir una historia como esta, situada en el paleolítico, habrá sido complicado. ¿Cómo se ha documentado? ¿qué referencias ha usado?
Lo cierto es que ha sido una aventura adentrarme en esta historia, porque además de los estudios científicos sobre el paleolítico y arqueólogos con los que he podido entrevistarme y que han revisado el texto, también he visitado cuevas, visto pinturas rupestres y he conocido gente que dedica su tiempo libre a la elaboración de fuego al estilo prehistórico o armas de aquel tiempo. Tanto es así que he podido lanzar yo también un venablo con su propulsor elaborado de forma artesanal y primitiva. Rober Garay ha tenido mucho que ver, porque me ha abierto un mundo que desconocía. Él, espeleólogo y un gran entusiasta del Paleolítico, me ha dado herramientas muy valiosas para ambientar la novela y situarla en aquel tiempo.
El libro, de nuevo, como en sus trabajos anteriores, tiene que ver con un tema que le interesa mucho, como las migraciones, en este caso casi echando la vista atrás a las primeras de las que podemos tener constancia.
Es cierto que las migraciones aparecen en todas mis novelas, y es que forman parte de la vida de los seres humanos. En este sentido, lo que viene a decirnos “El viaje de Aixa” es que somos seres migrantes, nos hemos movido de un territorio a otro desde el principio de los tiempos y eso es algo que no vamos a poder frenar.
¿El recurso del viaje o la migración tiene que ver también con el deseo de mostrar una evolución en los personajes, con su viaje interior?
El viaje físico que realizan los personajes es paralelo a su viaje interior, sobre todo en el caso de Aixa, que va creciendo y adquiriendo conocimiento mientras se van trasladando en busca de tierras más templadas. Es el viaje de la vida, por así decirlo.
¿El personaje de Aixa, en ese sentido, se puede afirmar que representa el futuro o la esperanza, la supervivencia?
Ella simboliza la perpetuación del clan, arrastra con ella toda la sabiduría de sus ancestros, y es la esperanza de que sus congéneres no se pierdan para siempre en el olvido de los tiempos. Al mismo tiempo representa el futuro de la especie.
¿Y qué nos puedes contar sobre Moy, su acompañante, el cazador?
Moy es un personaje con mucha fuerza física, es el gran cazador de la tribu, imprescindible para la supervivencia en un mundo en el que el hombre se encuentra en mitad de la cadena trófica, es depredador y depredado. La situación de alerta es permanente. Él ve en Aixa, la niña, el futuro a proteger y preservar, y le transmite todos sus conocimientos, convirtiéndola a ella también en una gran cazadora, pero sobre todo en una superviviente. Entre los dos forman un núcleo muy potente.
Ha trabajado conjuntamente con Rober Garay, el resultado es espectacular, ¿cómo se han organizado?
Rober Garay, además de ser un buen dibujante, es un apasionado de la Prehistoria y posee un gran conocimiento sobre aquella época. Con él he podido visitar cuevas de difícil acceso donde recrearme, hemos recorrido los centros de interpretación de arte rupestre de la cornisa cantábrica, y nos hemos reunido con científicos y otra gente que conoce detalles de aquella forma de vida.
Hemos hablado antes de que el libro remite a tus trabajos anteriores, no solo temáticamente, también en la creación de atmósferas (el frío, la naturaleza…). ¿Es un sello de la casa o algo que le imponen las propias historias?
Es cierto que el frío y la naturaleza están muy presentes en todas mis novelas, pero creo que han sido las propias historias que he contado las que me han llevado por ahí, aunque me reconozco muy ligada a la tierra y a la naturaleza, y eso, sin duda, se refleja en mi escritura.
¿Continuará por ese camino en nuevos trabajos?
Estoy tratando de escribir una historia más contemporánea, que tenga que ver con nuestro día a día, y probablemente sea también más urbana. Aunque todavía me quedan bastantes cosas por decidir. Habrá que esperar un poco para hablar de un nuevo libro.