Raimundo Fitero
DE REOJO

Tristes listas

Contra más hilo le demos a la cometa, más fácil es que vuele por encima de nuestras posibilidades. Me pregunto, les pregunto, pregunto a los dioses, los cuñados y los expertos: ¿a qué viene que se nos ofrezca de manera reiterada el nombre de famosos muertos o afectados por el coronavirus? Lo de los fallecidos, pongamos que tiene un sentido dentro del estrellato y sus sistemas de auto protección, sus obituarios si hubieran muerto en otra etapa de la Humanidad, sería más amplio y reconstruyendo su biografía, pero ahora se suman a las tristes listas de famosos que no pueden borrar la cantidad de seres anónimos que cada día van incorporándose a ese desfile ante la parca.

Lo de los afectados y con el detalle de indicarnos dónde son tratados, empieza a parecer una táctica de distracción demasiado obvia. Los ricos también se infectan. Los ricos también lloran. Los ricos y famosos no son inmunes. Pero uno duda, los ricos y famosos saben que están infectados porque han tenido acceso al test, los demás mortales, si no tenemos síntomas irrevocables, nada de nada. A esperar. Lo que viene a recordarnos que aquí, allí, en la Tierra, las cifras están trucadas, se sabe, lo que se ha podido saber, pero se desconoce a estadística cierta la cantidad de afectados pobres, de favelas, de barrios africanos, de chabolismo periférico de las grandes ciudades que son portadores del coronavirus.

Y conocer el nombre de políticos, jueces prevaricadores o ministras no hace otra cosa que escarbar en nuestros más bajos instintos, porque nos aparece una especie de velada satisfacción vengativa porque algunos de los seres que tanto dolor nos han producido, algunos políticos tan nocivos para las libertades sufran un poco. Y eso no es nada bueno. Hay que hacer lo que ellos no harían, desearles pronta recuperación.