Raimundo Fitero
DE REOJO

Variantes

Otra vez estamos en martes. Y mañana será miércoles. Soy un visionario. No comparable en su ridiculez con todos los capitanes del día después, del ya lo decía yo, del se debería haber hecho. Escribir desde el confinamiento, con un ambiente recargado por el tema único, el pensamiento vírico, las noticias perfumadas de un optimismo reforzado por las estadísticas benevolentes y el contraste de la putrefacción fascista de tantos bulos, rumores y contaminantes periodistas de trinchera y bayoneta, se convierte en un ejercicio que bordea el cinismo, se asienta en las aguas movedizas de los deseos y las realidades y acaba siempre en un acto de compromiso con el tiempo y la vida que se vive sin poder revivirla.

Hay pocas variantes, la escritura inspirada, la mecánica, la conspirativa, la que responde a consignas y argumentarios sectarios, la que llega a través de una conexión secreta con las musas y la que parte de la nada para terminar en el más absoluto vacío. Entre todas las posibilidades, la variante más propicia, la que trata de abarcar unas emociones no condensadas, sino espolvoreadas por todos los verbos transitivos, la que confiere al acto comunicativo un valor transaccional fuera de lo espiritual, para convertirse en una nueva configuración del tiempo, la consagración de la primavera del raciocinio y de lo material. Junto a los versos, necesitamos mascarillas.

Además de la intuición, de lo intangible, de las sensaciones de la belleza, precisamos dosis abundantes de ciencia, que no puede ir sin conciencia. En estos días de reiteración y contabilidades de caídos en la pandemia, dejemos un espacio amplio para el análisis sereno que nos ayude a entender que esta sociedad, esta configuración política en la que acumulamos quinquenios, es mejorable, muy mejorable, pero que también puede ir a peor.