¡Esto me suena!
A Urkullu se le ve cada vez mas estirado, tanto en el aspecto físico como en el anímico. No le he visto en persona, en directo, pero en las imágenes de él que con tanta profusión emite ETB, permite apreciarse una tersura que antes no tenía: la frente es más diáfana, parece como si le hubieran hecho unos retoques de carrocería, o los equipos de maquillaje tuvieran instrucciones de esmerarse en el trabajo en esa parte de la cara. Si, como dicen, Casado se dejó barba para parecer más señor y menos aniñado, Urkullu se cuida la tez, que ya va caminando hacia la sesentena. Y en el terreno anímico, su programa contiene algunas propuestas propias de un tipo muy estirado a la hora de las promesas.
«Puedo prometer y prometo» decía el exjefe del Movimiento, Adolfo Suárez, en 1977 cuando era candidato a la presidencia del Gobierno. Urkullu se aferra también a las promesas electorales. Y, así, en la presentación de su programa llevada a cabo en el Palacio Euskalduna, símbolo de los astilleros cerrados, con toda la pompa y boato que la pandemia permite, va y se descuelga con una estrategia global de empleo y reactivación que supone la creación de 150.000 empleos en la próxima legislatura y alcanzar la cifra mágica de un millón en 2025. Por si todo esto fuera poco, 4.000 de esos empleos serán para reforzar Osakidetza. Nueva maravilla en el Oasis Vasco.
Y, cuando lo leo, oigo y veo, me digo a mí mismo: esto me suena. Hago memoria y me vienen a la cabeza aquellos 800.000 puestos de trabajo que prometió Felipe González en la campaña de las elecciones generales de 1982. La propuesta era atractiva, porque entonces había dos millones de parados. Ganó las elecciones y al final de la legislatura los parados no eran dos millones, sino tres. ¡Bingo!
Suena también a «déjà vu» todo lo relacionado con el vertedero de Zaldibar. Hasta ahora era problema de una empresa privada, y la administración actuaba de forma subsidiaria. Ahora se le autoriza la ampliación del vertedero. Y siempre, como excusa, la búsqueda de los dos desaparecidos. De vergüenza.