Mikel CHAMIZO
QUINCENA MUSICAL

Maestros suaves

El viernes se cumplían 80 años de la primera actuación de la Bilbao Orkestra en la Quincena Musical. Una efeméride que da cierto vértigo, tanto por la antigüedad del festival como por ser constatación del papel vertebrador que ha tenido la BOS en la música vasca desde hace casi 100 años. Quisieron celebrar esta larga relación invitando a otro músico muy cercano a la Quincena, el pianista Javier Perianes, quien, sin ir más lejos, en la pasada edición interpretó en dos veladas los cinco conciertos de Beethoven.

Para no saturarnos aún más con Beethoven en este 250 aniversario de su nacimiento, Perianes se decantó por Mozart, concretamente por los dos conciertos para piano más populares entre los 27 que compuso. Primero fue el dramático “Concierto nº 20 en re menor”, que pareció pedir un poco más de pasión y de contraste que el que le quisieron dar pianista y orquesta, que apostaron por una elaboración más centrada en el equilibrio, la claridad y la belleza del sonido. Perianes, sin concesiones a las tendencias historicistas, se valió de todos los recursos del piano, incluido un generoso uso del pedal, para crear hermosos planos sonoros y una expresividad a flor de piel en el movimiento lento. 

Tras una versión preciosista –quizá un poco aséptica, pero llena de detalles– de la “Sinfonía Clásica” de Prokofiev, Perianes regresó al escenario para abordar el concierto más famoso de la serie, el nº 21, que no podría ser más diferente del anterior a pesar de estar escrito con solo un mes de diferencia. Entre sus alegres melodías, su elegancia intrínseca y la nostalgia que emana del segundo movimiento, Perianes y Erik Nielsen se encontraron en el medio ideal para su tipo de musicalidad.