Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

Hasta que la historia nos separe

Al Gobierno francés le preocupan más los certificados de virginidad, el velo y la poligamia que la crisis sanitaria, social y económica. Saben que juegan con material sensible, pero las presidenciales están a la vuelta de la esquina. Quieren hacer[nos] soñar el sueño republicano, una confluencia de la Primavera republicana de Valls y sus colegas. Sin embargo, el proyecto de Ley contra el separatismo «islamista» tiene fecha de caducidad instantánea.

El «Informe de la Relatora Especial sobre la promoción y protección de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo», del pasado año, alertaba sobre los efectos nefastos, los estereotipos y la estigmatización a los que la comunidad musulmana está expuesta en Francia desde que se instauró el estado de emergencia, el 13 de noviembre de 2015, con sucesivas prórrogas hasta el 1 de noviembre de 2017, cuando entró en vigor la Ley Silt de fortalecimiento de la seguridad interior y lucha contra el terrorismo.

¿Donde están las incubadoras del odio? ¿En hangares y garajes que hacen las veces de mezquitas? Como si la obsesión por el himen intacto, la rajadura y la hendidura fueran propios del Islam.

Puede que tenga que ver con el hecho de que no solo poéticamente habita el hombre en esta tierra, como dijera el poeta.