Daniel GALVALIZI

NUEVO ENCIERRO EN UN MADRID ATURDIDO HASTA EL HARTAZGO

MÁS DE CINCO MILLONES DE PERSONAS VUELVEN A ESTAR ENCERRADAS EN SUS CIUDADES POR UN NUEVO ESTADO DE ALARMA. ESCENAS DE ESTRÉS, ANGUSTIA E INCERTIDUMBRE SE VIVEN EN LAS TERMINALES, LLENAS DE POLICÍAS. CABREO Y POLARIZACIÓN DE LA GENTE ANTE UN ESPECTÁCULO POLÍTICO LAMENTABLE.

Dos policías reciben la consulta de un joven con un papel en la mano. Se lo enseña y empiezan a debatir. Hay un coche patrulla aparcado en la puerta sur de la estación de Atocha, la terminal de trenes más importante de la península. Se hace visible que acaba de entrar en vigor el estado de alarma y que la autonomía madrileña ya no rige aquí.

Uno de esos policías, de forma antipática y poco cordial, se niega a dar información a GARA sobre el horario en que les pidieron que comenzara el operativo. Un trabajador de seguridad privada del Cercanías sí quiso comentar a este diario que las decenas de miembros de la Policía Nacional fueron llegando entre las 15.00 y las 16.00.

Moncloa dispuso un operativo de 7.000 agentes de la Policía y la Guardia Civil para controlar los accesos de entrada y salida de las diez ciudades madrileñas que han sido confinadas.

Distintas opiniones

Ya cerca de las 17.00 había largas colas en la entrada al sector de trenes de larga distancia. Pasajeros de muchas provincias y de todo tipo, con las maletas y los papeles que –ilusionados– esperaban que fueran el salvoconducto para hacer el viaje. Era difícil encontrar madrileños del centro: hay que recordar que de los millones de pasajeros mensuales que pasan por esta estación, muchos son de tránsito, enlazan ciudades del interior con Madrid y su destino final.

«Esta es una cacicada del Gobierno, una medida dictatorial», dice Paco, de unos 50 años. Preguntado por GARA mientras espera su turno para ser revisado por el policía y coger el AVE, no oculta su cabreo. Todos los días entra y sale de la capital estatal porque reside en Puertollano, Ciudad Real. «Hay muchos pueblos de mi comunidad y en otras que están igual de mal que Madrid. Es la incapacidad manifiesta del Gobierno, que sólo sabe imponer», opina. Admite que «había que adoptar medidas», pero reclama otras formas.

En la otra cola, una joven con cara de angustia pide por favor que le dejen pasar. Enseña el DNI y se lo permiten. Quienes puedan demostrar que van a sus residencias no tienen problema.

Débora está tensa. Cuenta que vive en Rivas (sureste de la CAM) y se acercó a Atocha para coger el AVE a Valencia, a reencontrarse con su novio. Su ciudad no está entre las perimetradas, pero un policía le alerta de que esto ya era Madrid y no sabe si va a poder pasar. «Sí, estoy nerviosa y expectante. Tengo el billete hace mucho tiempo». Sobre la situación que vuelven a padecer los madrileños de a pie, dice que «era de esperar».

«Estoy de acuerdo con las restricciones, lo que no puedo creer es lo de la Ayuso. Estoy indignada. Tenían mucha prisa para pasar de fase y no han contratado ni rastreadores. Esto se podría haber evitado», afirma.

El duelo entre Sánchez y Ayuso se zanja con la imposición de un estado de alarma, que no parece poner un bálsamo para la crispación. A los madrileños que esperaban que este encierro les trajera un poco de sosiego,el presidente de Vox, Santiago Abascal, les ha quitado la ilusión: este lunes la extrema derecha saldrá a las calles contra «la dictadura». A ajustarse el cinturón, vienen curvas con un 12 de octubre de encierro y agitación.